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Crónica:Fútbol | 29ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Noche triste en el Calderón

Dos penaltis, tres expulsados, 15 minutos de suspensión por el lanzamiento de objetos a Palop y derrota del Atlético ante el Sevilla

El árbitro, Miguel Ángel Ayza, después de recorrer una buena parte del estadio Calderón quitándose jugadores de en medio y con la vista fija, se acercó a la banda en la que le esperaba Carlos Peña, el delegado del Atlético de Madrid, para entregarle una botella de cristal de whisky. El objeto, antes, había volado desde una localidad del fondo sur rozando la cabeza de Palop, el portero del Sevilla. El guardameta sevillista, después de caer aparatosamente al suelo, se incorporó y se acercó al árbitro señalándose la cabeza y mostrando el envase, casi lleno. Poco después, el colegiado se marchó, suspendiendo durante unos 15 minutos el encuentro.

Cuando Ayza le entregó a Peña la botella, empezaron a volar toda clase de objetos sobre el campo. El ruido era ensordecedor. Pitos, insultos, pañuelos. Y objetos voladores de todas las formas. El árbitro acababa de conceder un gol de Puerta al Sevilla que muy pocos instantes antes había anulado por fuera de juego. Los hinchas rojiblancos, al ver que no concedía el tanto, se burlaron de los escasos aficionados sevillistas que lo habían celebrado. Pero menos de un minuto más tarde eran los seguidores del club andaluz los que devolvían la chanza porque Ayza señalaba el círculo central. La lluvia de objetos fue incontenible. Ya en los dos penaltis pitados a favor del conjunto andaluz que detuvo Leo Franco habían caído algunas, bastantes, cosas al césped.

ATLÉTICO DE MADRID 0 - SEVILLA 1

Atlético: Leo Franco; Velasco, Pablo, Perea, A. López; Luccin; Galleti, Manu del Moral (Colsa, m. 75), Ibagaza, Petrov; y Fernando Torres.

Sevilla: Palop; Alves, Javi Navarro, Dragutinovic (Escudé, m. 11), David; Martí, Renato; Sales, Kanouté, Adriano (Puerta, m. 65); y Saviola (Jordi, m. 80).

Gol: 0-1. M. 75. Puerta aprovecha un rechace para marcar.

Árbitro: Ayza Gámez. Amonestó a Luccin, Javi Navarro, Ibagaza, Fernando Torres, Velasco, Petrov y Galleti. Expulsó a Luccin (m. 72), Perea (m. 85) y Petrov (m. 90).

Unos 25.000 espectadores en el Calderón. Leo Franco paró un penalti a Kanouté (m. 15), cometido por Luccin sobre Saviola, y otro a Saviola (m. 30) por manos de Antonio López.

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Ayza, una vez entregada la botella a Peña, giró sobre sí mismo y empezó a hablar con los futbolistas del Sevilla. Los jugadores rojiblancos también le cercaron. En ese momento hubo varios conatos de discusión subida de tono entre miembros de los dos conjuntos. Algún agarrón y varias charlas a pocos centímetros los unos de los otros. Poco a poco, los sevillistas fueron desapareciendo por el túnel de vestuarios. Los del Atlético permanecían en el césped. Unos cinco minutos después quedaba claro que la intención de Ayza era suspender el encuentro. Aunque finalmente esa suspensión sólo fue temporal.

Pero en ese momento, bastante confuso, todo el mundo dio por hecho que el encuentro no se iba a reanudar. Fernando Torres aún deambulaba por la zona donde estaba el trío arbitral, tratando de convencerles de que se reanudase el partido. Pero Ayza y sus asistentes, López Pérez y Paredes Gómez, se parapetaron bajo los escudos de un policía nacional y desaparecieron. Poco a poco, el público fue abandonando el recinto por las bocanas. Sin embargo, un grupo de hinchas radicales permaneció en un fondo gritando contra los seguidores sevillistas que ocupaban sus localidades a la espera de ser custodiados por la policía hasta sus autobuses.

En el estadio, con capacidad para 56.000 espectadores, quedaron unos centenares. El hombre de la megafonía seguía insistiendo, rogando, que no se lanzasen objetos al césped. Una voz que resultaba grotesca, casi con eco, en el recinto vacío. Pero no era una petición tan absurda. A los 15 minutos de darse por suspendido el choque, uno de los transmisores de los porteros del Manzanares empezaba a hacer sonidos raros, chasquidos metálicos. Resucitaba. Al poco, una voz le confirmaba que siguiera en su puesto. El choque se iba a reanudar. Y los futbolistas del Atlético saltaron de nuevo, rebotados, del vestuario y aguardaron dando toquecitos, como si nada hubiera pasado, a que lo hicieran los del Sevilla. Poco después la imagen era la de un calentamiento convencional. Otros cinco minutos más tardó en emerger el árbitro. Y se reanudó el choque. Eso sí, casi sin testigos. Los pocos que permanecieron, abrumadoramente hinchas fanáticos, continuaron lanzando objetos y además corearon el célebre sonido supuestamente simiesco para insultar a los futbolistas negros del Sevilla. Curiosamente, durante la parte convencional de los 90 minutos, no habían emitido esa clase de ruidos, por los que ahora la FIFA puede castigar a un equipo con pérdida de puntos o incluso con el descenso de categoría.

Palop, el portero sevillista, se lleva la mano a la sien mientras un bote cae al césped.
Palop, el portero sevillista, se lleva la mano a la sien mientras un bote cae al césped.EFE
El árbitro, Ayza, corre hacia la banda con una botella lanzada.
El árbitro, Ayza, corre hacia la banda con una botella lanzada.EFE

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