Fernando Gil, filósofo
Catedrático de la Universidad Nova de Lisboa, asesoró a varios gobiernos socialistas
Quizá el mayor pensador contemporáneo portugués, se consideraba, con Husserl, un funcionario de la humanidad.
Sus amigos dicen que era un tipo silencioso, observador, maravilloso, complejo, profundo y seductor. Él era consciente de las limitaciones del hombre y afirmaba que "para entender lo mínimo sobre lo mínimo haría falta conocerlo todo". Fernando Gil, filósofo de la evidencia (de las falsas evidencias), singular artista de la lucidez, dedicó su vida a crear conceptos que ayudaran al hombre corriente a ser más responsable. El Premio Pessoa en 1993 murió el domingo en París a los 69 años a causa de un cáncer.
Según decía ayer en Público su amigo y colaborador Manuel Villaverde Cabral, Fernando Gil fue el "filósofo portugués más importante de la segunda mitad del siglo XX"; "un hombre de una talla sobresaliente" a quien se debe "parte de la apertura de Portugal al pensamiento contemporáneo" y que será recordado por su inmensa capacidad de seducción, "por la inteligencia extrema, por la sensibilidad".
Gil era hermano de otro de los pensadores claves de la Portugal de ahora mismo, José Gil. Y empezó a pensar debatiendo, desde el desacuerdo pero también desde el respeto y la pasión, con el gran ensayista de esta época, Eduardo Lourenço, que como él se fue hace muchos años de Portugal y es profesor universitario en Francia (Gil se doctoró en la Sorbona y enseñó en Vincennes), sobre el concepto de heterodoxia.
"Se resistió, ensayó respuestas, pero nunca fue su enemigo intelectual. Entendió que estaba mucho más cerca de esas inquietudes que de las lecturas cerradas y rígidas", escribía ayer en Diário de Noticias el profesor Guilherme d'Oliveira Martins. "Hace una década se podía leer que ambos concordaban plenamente: 'En el plano de conocer y en el plano de actuar, en la filosofía o en la política, el hombre es una realidad dividida. El respeto a esa división es Heterodoxia".
Había nacido en Muecate, Mozambique, en 1937, y estudió Sociología en un breve paso por Johannesburgo, Suráfrica, antes de llegar a Portugal. Aquí fue militante contra la dictadura de Salazar, se exilió al acabar la carrera de Derecho en Lisboa y ya no volvió en 13 años. Socialdemócrata y europeísta convencido, se reencontró con Portugal a través de la línea política del Partido Socialista fundado por Mário Soares, aunque este año formó parte de la Comisión de Honor de la candidatura de Aníbal Cavaco Silva a la presidencia de la República.
La distancia física no impidió a Gil dedicar gran atención a su país: era asesor del actual ministro de Ciencia y Tecnología, Mariano Gago, fue consejero de Mário Soares durante la década en que fue presidente de la República y era catedrático de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Nova de Lisboa.
Su obra se editó más (y antes) en Francia que en Portugal. Mimésis e Negação (Premio Pen Club 1984), Mediações, Modos da Evidência, Tratado da Evidência, Provas y Acentos son algunos de sus libros más citados.
Entre otras ocupaciones, Gil fundó el Gabinete de Filosofia do Conhecimento, de la Biblioteca Nacional, y la revista Analise, que creó en 1984; tradujo a autores tan dispares como Karl Jaspers, Romano Guardini, Cesare Pavese o Merleau-Ponty.
Filósofo denso, preocupado por las cuestiones de la epistemología, Gil creía a la vez que la filosofía tenía que ver "con aquello que los antiguos llamaban el arte de morir, algo que tiene que ver con la liberación".-
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