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Reportaje:Ajedrez | Torneo de Linares

Huérfanos de Kaspárov

La ausencia de El Ogro de Bakú disminuye la tensión, pero aumenta la emoción

Leontxo García

Sin la tensión electrizante que Gari Kaspárov irradiaba con su mera presencia, el ambiente en el torneo de ajedrez de Linares es distinto, relajado. Pero no es peor: un año después de la retirada de El Ogro de Bakú, la lucha por el triunfo es más abierta y los gladiadores del tablero se esfuerzan en agradar a patrocinadores, aficionados y periodistas para compensar la ausencia de un deportista tan carismático.

"No hemos dado la suite 103 a nadie como un pequeño homenaje a Kaspárov", explica Luis Rentero, hijo del creador de la competición y uno de los propietarios del hotel que se ha convertido en un santuario del deporte mental y cuyas paredes están decoradas con fotos de ajedrecistas. En realidad, esa habitación lleva ahora su nombre y una placa, junto a su puerta, resume el palmarés del que fuera número uno entre 1985 y 2005, vencedor nueve veces en Linares.

Quienes más descansan por su ausencia son los árbitros, pero, a pesar de todo, le añoran: "Kaspárov rompía el escenario y contagiaba tensión cuando llegaba a paso militar. Era intransigente a la hora de echar a los fotógrafos cuando se cumplían exactamente cinco minutos de la partida y a veces un poco grosero en el trato personal. Pero probablemente es el mejor ajedrecista de todos los tiempos, el más competitivo, el que más se ha entregado en busca de la victoria". Lo dice Juan Vargas, quien tuvo que emplear mucho su mano izquierda con el ruso.

Su colega azerbaiyano Faik Gasánov apostilla: "Es una figura única porque todos los torneos que jugaba se convertían en los más importantes por su mera presencia. Los demás jugadores se sentían casi hipnotizados al tenerlo enfrente de ellos".

El búlgaro Véselin Topálov, campeón del mundo, se siente aliviado: "Su categoría como ajedrecista está fuera de toda discusión, pero algunas de las ideas que él imponía a los organizadores eran absurdas. Por ejemplo, como él se cansaba más que nosotros porque era el mayor, obligaba a que hubiera siete jugadores, un número impar que permitía un día de descanso adicional, pero falseaba la clasificación tras cada ronda. Además, la excelente idea de celebrar la primera mitad del torneo de este año en Morelia (México) habría sido imposible con Kaspárov".

Topálov es justo la antítesis del ruso en cuanto a su amabilidad con aficionados, patrocinadores y periodistas: "Kaspárov se negaba incluso a dedicar diez minutos a un grupo de niños que venía a verle y era rarísimo que diera una entrevista. Yo intento hacer justo lo contrario".

Paco Vallejo también recuerda como un momento especial la entrada de Kaspárov en el escenario y el enérgico apretón de manos consiguiente. Bien distinta era su salida tras una derrota, como recordará un desprevenido periodista que intentó entrevistarle justo en ese momento y fue lanzado contra la pared por un manotazo de El Ogro de Bakú.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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