Balada de lo malo y lo peor
Lo malo de la vida es que está como una cabra borracha; nunca sabes por dónde va a salir. El fútbol llora estos días la muerte de Zarra, uno de los futbolistas más queridos por el pueblo español. El Atlético de Madrid ha tenido dos sustos de infarto: los héroes del domingo Calleja y Rivilla han superado airosamente serios problemas cardiacos. Ellos formaron parte de la selección que venció a Rusia en 1964 -el partido del gol épico de Marcelino- alzándose con la única Copa de Europa que ha conseguido el equipo nacional. Más sustos: el corazón de Pahiño, el bravo delantero gallego que dio tantas tardes de gloria al Real Madrid en los años cincuenta, sigue latiendo suavemente en una clínica de la capital. Hace bien poco, Di Stefano ganó un partido de infarto. Y Zoco, algo antes. Colchoneros y merengues andan con el alma en vilo rondando los hospitales. Demasiado corazón. La muerte pita penaltis injustos que sólo pueden parar los médicos, a veces. La muerte siempre está fuera de juego, la puñetera.
Lo malo de la vida es que está zumbada. En cuanto a lo peor, hay múltiples opiniones al respecto; sería muy penoso resumirlas. El actor y cómico volteriano Leo Bassi (de origen italiano, con sangre inglesa y francesa) sí se atreve a señalar lo peor de Madrid. Bassi, que representa en el Alfil La revelación hasta el 12 de marzo, vuelve a poner en marcha el BassiBus, una especie de turismo político y corrosivo. Consiste en llevar en autobús a los viajeros por lugares controvertidos de la ciudad y de la Comunidad. El singular proyecto comenzó el 25 de enero de 2004 con un recorrido mordaz por el Valle de los Caídos. En esa ocasión, el cómico colocó sobre la tumba de Franco una foto de la reunión del dictador y Sadam Husein (1974). También montó excursiones a la estatua ecuestre de Franco que había en la plaza de San Juan de la Cruz. El BassiBus ha recorrido ciudades noruegas, portuguesas, francesas, alemanas y austriacas. Entre las provocaciones del humorista-filósofo destaca el trozo de mierda que se comió en el escenario del neoyorquino Anny Tayler Hall, donde le ha sido prohibida la entrada de por vida. O esta soflama: "No creo en Dios, pero sí en Sócrates, en los científicos y en el amor".
Lo malo de todo es que siempre hay algo peor. Esto es así. Qué le vamos a hacer.
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