Las razones de la candidatura única
Las elecciones a rector de la Universitat de València tendrán un solo candidato, una circunstancia que no es nueva para la institución. ¿A qué responde? "Entre otras cosas, a que todos sabemos lo difícil que es gobernar una universidad actualmente, y el escaso margen de maniobra que hay", responde el catedrático de Geografía Joan Romero, que añade: "Hay que ser una persona que quiera mucho a la institución, y que tenga un grado de compromiso, una ilusión y un empuje ciertamente notable para seguir tirando de la nave con un escasísimo margen de maniobra financiero y un marco legal todavía abierto. Que no lo atribuya la gente a que no hay intereses distintos o visiones distintas, sino a que somos conocedores de lo difícil que es ser rector hoy en la universidad".
La institución tiene un cuerpo de gestión profesionalizado, pero los cargos de responsabilidad son elegidos entre los propios miembros de la comunidad universitaria. Aceptar un puesto de dirección implica renunciar durante varios años a aquellas parcelas por las que la mayoría de los universitarios han elegido su trabajo: La docencia y la investigación. Recuperar el terreno perdido, coinciden varios de los entrevistados, es complicado. Esa renuncia, vivida a menudo como un sacrificio, provoca que cada vez sea más difícil encontrar candidatos a directores de departamento, directores de centro, vicedecanos, decanos, vicerrectores...
Dejar las vocaciones
Visto el panorama, ¿vale la pena ser rector? "Cuando uno deja el cargo vuelve, y piensa en aquellas cosas que debería haber hecho y no ha hecho en su investigación y en su vocación docente, es una cuestión que ronda la cabeza", contesta Pedro Ruiz, que fue rector durante ocho años, justo antes de que saliera elegido Francisco Tomás. "Pero a pesar de haber dejado cosas de las que después uno se arrepiente, el rectorado es una experiencia muy especial, que te da una visión de conjunto enriquecedora, desde el punto de vista intelectual", asegura Ruiz.
El catedrático Josep Lluís Barona, rival de Tomás en las elecciones de 2002, señala que, además de las renuncias que implica asumir puestos de dirección, y de las dificultades económicas que limitan los movimientos de la institución, en la universidad se reproduce la "inercia" que afecta a "la propia sociedad" de falta general de implicación en lo público.
"Y si además desde el rectorado se sigue una política de clientelismo, de generar un grupo de poder bien controlado es más difícil todavía que haya un movimiento alternativo que se consolide", concluye Barona.
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