Lawrence

La foto de Odón Elorza, alcalde de San Sebastián, vestido de obispo nos ha dejado perplejos aquí y en el extranjero. Se disfrazó así para comunicar la programación del carnaval de Donosti. Contenta tiene que estar la Conferencia Episcopal. Menos mal que el Dios de los cristianos es más transigente, de momento, que su colega Alá, y tiene algo de humor. Esa beatífica instantánea del edil donostiarra puede marcar época en el estilo de los alcaldes (colectivo variopinto, sin duda). En tabernas de Madrid se admiten sugerencias sobre el disfraz que debería utilizar Ruiz-Gallardón para anunciar al mundo los festejos de carnaval. Hay proposiciones delirantes, pero todas ellas encaminadas a que Madrid salga en primera página de los periódicos (que hablen de ti aunque suene raro). Hay una propuesta asilvestrada e impactante: que don Alberto comparezca ante la prensa disfrazado de Lawrence de Arabia.

La cosa tiene su guasa, mas no carece de fundamento. Tal como andan los asuntos entre los islámicos y Occidente, la figura del inglés Thomas Edward Lawrence (1888-1935) pudiera aportar algo de mesura al conflicto. Él se unió a la sublevación árabe contra el imperio turco en la I Guerra Mundial. Era un tipo tan enigmático como Peter O'Toole, pero jamás se le ocurrió escribir un sarcasmo sobre Alá. Los seguidores de Mahoma se dejaron seducir por él. Un figura. A lo mejor, si sale nuestro alcalde en la prensa vestido de Lawrence de Arabia, los países del islam lo consideran gesto de buena voluntad y alianza de civilizaciones. Total, que Madrid será considerada ciudad amiga por el mundo árabe, y Ruiz-Gallardón consolidará su ascensión en el PP con el apoyo inestimable de Alá y del Vaticano.

Y el pueblo de Madrid aprovecharía para implorar a su alcalde, en nombre de Alá y de Yahvé, que no lo castigue más. Temblamos por el desmadre que pueden suponer para el tráfico y la contaminación las obras de esa nueva ciudad ubicada en Vallecas. Éramos pocos y parió la abuela. Apiádese usted de nosotros, Lawrence de Arabia.