Pamela O'Malley, presidenta de la Asamblea de Cooperación por la Paz
Una irlandesa comprometida con la democracia y la educación en España
Un derrame cerebral acabó el pasado fin de semana con la vida de una mujer, irlandesa y española, que contribuyó como pocas a la lucha por las libertades en España, a los esfuerzos por la mejora de la educación en nuestro país y, en la última etapa de su vida, a la cooperación internacional para el desarrollo como presidenta de la Asamblea de Cooperación por la Paz.
Pamela O'Malley nació en Dublín en 1929. En 1953 viajó a España y se quedó, fijando su residencia en Madrid, en cuyo Colegio Británico trabajó toda su vida de profesional de la enseñanza. En los años sesenta inició su compromiso en la lucha antifranquista, ingresando en el PCE y trabajando en el impulso de los movimientos sindicales y profesionales democráticos en la educación.
Fue fundadora, en la clandestinidad, de Comisiones de Enseñanza -la rama de Comisiones Obreras en el sector-, contribuyendo a que su actividad unitaria con las fuerzas políticas democráticas y de izquierda incluyera a personas del PSOE tan destacadas como Luis Gómez Llorente y Mariano Pérez Galán.
Conocí a Pamela en el momento en que una labor de años, a la que ella contribuyó mucho, fraguó en la aprobación, en 1974, por la Asamblea General del Colegio de Doctores y Licenciados de Madrid de la Alternativa de Escuela Pública, documento de referencia durante muchos años de la izquierda educativa y de los defensores del sistema público de enseñanza. Sorprendente espacio de libertad arrancado a un franquismo tardío pero igualmente represor.
En los años posteriores, recuperada ya la democracia en España, Pamela trabajó activamente en la fundación y desarrollo del Sindicato de Enseñanza de Madrid y de la Federación estatal de CC OO. No abandonó su militancia política, siempre centrada en ámbitos educativos, en la Comisión de Educación del PCE y posteriormente en el área educativa de Izquierda Unida; su última afiliación política fue al extinto Partido Democrático de la Nueva Izquierda.
Si se pudieran resumir en pocos rasgos su personalidad destacaría su capacidad para generar respeto entre quienes se relacionaban con ella, con independencia de que estuvieran o no de acuerdo con sus ideas u opiniones; y su gran capacidad de compromiso y de trabajo. Esto último fue subrayado cuando se le concedió en 2003 la Medalla del Trabajo.
El compromiso y el trabajo siguieron desde su jubilación como profesora hasta el día de su muerte: primero terminando, en el Reino Unido, su tesis sobre los movimientos educativos bajo el franquismo y dirigiendo la redacción del libro Education Reform in Democratic Spain; después, a través de su plena y solidaria dedicación a la cooperación internacional.
Nunca buscó puestos de relevancia. Tal vez por ello la huella de su paso por el mundo es más profunda que su conocimiento por el gran público, pero es una huella imborrable para las muchas personas que la conocimos.
Javier Doz, miembro de la Comisión Ejecutiva Confederal de CC OO.
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