España sigue sin pasar de la medianía
Iker Fernández, donostiarra de 28 años, llegó a los Juegos de Nagano, en 1998, con 20 y la aureola de que era una estrella en el debutante snowboard. Acababa de ganar una prueba de la Copa del Mundo de half-pipe... pero Iker ha ido para atrás. Fue 19º en su debut japonés, 23º en Salt Lake City, cuatro años más tarde, y ayer decepcionó por tercera vez. Fue 22º en la primera serie de calificación, muy lejos de los seis que pasaban directamente a la final, y repitió el puesto en la segunda ronda, con lo que acabó el 28º, cinco puestos peor que en 2002, de 44 participantes. Empezó de forma positiva en ambas mangas, con tres saltos bien realizados, pero después lo estropeó. En el primer recorrido incluso se cayó al aterrizar cruzado y casi de bruces, aunque se pudo recuperar. En el segundo se quedó sin impulso y no pudo arreglarlo. Llegaba a Turín tras entrar dos veces entre los 18 primeros en dos pruebas de Copa del Mundo y ahora le entrena otro de sus hermanos. Pero todo sigue igual, o peor.
Ser la 61ª y la 63ª de 64 participantes que terminaron los 15 kilómetros femeninos de esquí de fondo se califica sin palabras. Las dos españolas confirmaron su debilidad. Laia Aubert, de 19 años, de Sant Quirtze del Vallés, acabó a casi ocho minutos de la cabeza. Laura Orgue, de Igualada, a casi ocho y medio. Sólo sacó 20 segundos a la croata Maja Kezele, última clasificada.
La mejor actuación española de ayer fue del leridano Vicenç Villarrubla, que se mantuvo en la prueba masculina de 30 kilómetros con el pelotón de los mejores hasta los 20 kilómetros. Hizo con ellos los primeros 15 en estilo clásico, es decir, con los esquís en paralelo, y ya no pudo seguir el ritmo en el estilo libre, de patinador. Pero su puesto 32º, a sólo 2m 39s, sí confirmó que tiene futuro.
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