Quiñónez acaba con el récord más viejo

"¡Ya era hora!", exclamó Javier Moracho cuando le informaron de que alguien había batido su récord de España de 60 metros vallas, de que alguien rebajara los 7,60 segundos que consiguió el 12 de febrero de 1984 en la pista de Anoeta, en San Sebastián. "Es que 22 años eran muchos", le dijo luego, por teléfono, en voz más baja, a Jackson Quiñónez, el atleta que había acabado con la marca más antigua de las listas españolas. "Sabía que tú eres muy bueno, sabía que ibas a mejorar mi marca. Lo que no sabía es si cuando lo consiguieras sería récord de España o de Ecuador".

La razón de la duda de Moracho es sencilla: hasta septiembre de 2005, Quiñonez era ecuatoriano. El vallista que ayer corrió en Valencia los 60 vallas en 7,58s (cuarta mejor marca mundial del año) había llegado en 2000 a Lleida con una beca de Solidaridad Olímpica. Y en la ciudad catalana, entrenándose a las órdenes de Ascensión Ibáñez, empezó a progresar meteóricamente. El objetivo para el verano será batir el otro récord de Moracho, el de 110 metros vallas, que data de 1987, y dejarse ver en las grandes reuniones. Los títulos con la camiseta española tendrán que esperar: según las normas de la IAAF no podrá ser internacional hasta que no pase un año de su nacionalización, por lo que no podrá participar en marzo en el Mundial en pista cubierta de Moscú ni en agosto en el Europeo al aire libre de Gotemburgo.

Otro récord, aunque uno mucho más joven, de un año, cayó en Valencia. Fue el de pértiga femenina. La guipuzcoana Naroa Agirre saltó 4,47 metros, un centímetro más que Dana Cervantes en 2005, e iguala su marca, también plusmarca española, al aire libre conseguida en junio de 2004. Agirre, segunda ayer tras la rusa Svetlana Feofanova, que debió saltar con pértigas prestadas ya que las suyas se quedaron en la T4 de Barajas, sí que podrá estar en Moscú, como también podrán Arturo Casado, enorme en un 1.500 en el que fallaron las liebres, y Manolo Martínez, que volvió a pasar de los 20 metros (20,30) en peso.