Normal, paranormal

La normalidad y la paranormalidad. Una y otra siempre se juntan a alguna hora en la tele; a veces está en los telediarios; este fin de semana parecía que estábamos viviendo en medio de un fenómeno paranormal desatado por las caricaturas de Mahoma; en uno de los telediarios (La Primera) el dibujante Máximo Sanjuán nos puso los pelos de punta contando una evidencia: "Por menos han empezado muchas guerras". Los argumentos televisivos que maneja Íker Jiménez (Cuarto Milenio, en Cuatro) para convencernos de que lo paranormal existe (este domingo hizo aparecer, entre sus temas, la increíble combustión humana espontánea, que se presta a tantas analogías con la vida misma) resultan menos escalofriantes que lo que de verdad pasa. El mundo se ha puesto a pelear por los símbolos, y en esa deriva uno aspira a que le duerman con Mozart, como a esos niños hospitalizados que aparecían en Informe semanal (La Primera).
Lo paranormal y lo normal, dándose la mano en la tele y en la vida. Al menos acaba uno de los universos normales que parecen paranormales: la larga estancia de los grandes hermanos en la casa de Tele 5. Hay, en ese psicodrama, algunos elementos que estimulan a pensar que el hombre es, en efecto, un lobo para el hombre, pero que mientras se grita también se abraza. Este domingo era la final, y había millones mirando el desenlace. Mercedes Milá ha recibido muchas críticas por ponerse al frente de ese show. Tiene derecho, es una profesional, y éste, guste o disguste, es un producto del mundo para el que ella trabaja. Seguramente si la televisión (ese mundo) le pidiera otra cosa se implicaría con la misma garra.
De bueno tiene Mercedes Milá, entre otras cosas, que nada le es indiferente, y en este mundo de indolencias una persona como ella estimula a seguir haciendo cosas.
¿Un reproche? No debía avalar nunca más una entrevista hecha con micrófono oculto. Va, entre otras cosas, contra las convicciones de transparencia con las que ella misma pregunta. No fue en Gran Hermano: ahí todo se dice a la cara.
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