Jiménez sigue en Estudiantes
El Madrid abandona al alero al no subir su oferta de 1,5 a 2,6 millones
La historia de nunca acabar, las pretensiones del Real Madrid sobre Carlos Jiménez, que desde verano quería salir de Estudiantes siguiendo la misma ruta que ya trazaron Alberto Herreros y Felipe Reyes, no concluyó como esperaba el alero. El último acto del folletín no pudo ser peor para el jugador, por el que Boza Maljkovic, técnico madridista, bebía los vientos, y para Estudiantes, que queda en una mala posición tras rebajar su cláusula, de 3,6 a 2,6 millones de euros, para facilitar su marcha. Florentino Pérez no dio su brazo a torcer pese a que 17 minutos antes de que expirara el plazo (24.00), subió su oferta a 1,5 millones, 200.000 euros más de los que ofrecía inicialmente por el mejor jugador nacional de la temporada pasada.
Antes de su junta general de accionistas, a las 19.00 Estudiantes remitió a la ACB "otra cantidad por Jiménez que la de su cláusula", en palabras de Fernando Bermúdez, su presidente. El club del Ramiro, con un déficit en los dos últimos ejercicios de 3,6 millones, renunciaba a un millón de euros. Su intento de conseguir liquidez no obtuvo respuesta. La ACB, en caso de iniciarse las conversaciones, se planteó una moratoria de 24 horas.
Pintaban oros y le tocaba mover al campeón de Liga. Pero Florentino Pérez, que se comprometió a no dejar tirado al alero, que en unos días cumplirá 30 años, no hizo honor a su palabra. A principios de verano, Jiménez llegó a un acuerdo con el Madrid por cuatro temporadas. El pedigrí del campeón y no tener que mudarse de ciudad influyeron decisivamente en el no del jugador a las ofertas del Tau, el Barcelona o el Akasvayu. Pero surgió un problema: el enemigo de toda la vida se sumó a la puja. Antonio Martín, director deportivo del Madrid, ofreció 1,3 millones, una cifra muy por debajo de los 2,5 que los gerundenses pusieron sobre la mesa y, sobre todo, de los 3,6 de la cláusula que Jiménez firmó con gusto tras el subcampeonato de Liga alcanzado hace dos temporadas. "Las cosas han cambiado; ya no estoy a gusto", repetía el jugador, como una letanía, camino de los entrenamientos. "No voy a irme donde me digan. He tomado la decisión de continuar en Madrid".
Siguiendo a rajatabla una táctica importada de la sección de fútbol madridista, Jiménez, como ya hicieran Zidane, Sergio Ramos, Robinho y Figo, tensó la cuerda y se declaró en rebeldía. Así llegó al club Venson Hamilton, ala-pívot del Joventut. "Me pueden obligar, pero no estaré al cien por cien", fueron algunas de las bravatas de Jiménez. Después de que le castigaran con tres partidos en el banquillo, sin otra opción, empezó a jugar como él sabe, como el tipo sólido de los últimos años. Sólo que la pancarta que el domingo asomó en el Madrid-Llanera Menorca lo decía todo: "No estamos todos. Falta Jiménez". En contra de la decisión de la directiva, la afición y el entrenador le requerían a gritos.
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