_
_
_
_
Crítica:TEATRO | 'Pared'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

En casa, el infierno

Javier Vallejo

Dos pisos interiores, dos vecinas que apenas se conocen, separadas por un tabique de papel de fumar. Una, escritora, piensa en la otra y en las voces amenazadoras que profiere, frecuentemente, uno de sus hijos. Roberto Cerdá, director de Pared, y la escenógrafa Susana de Uña las colocan en un espacio poético: cada una en un rectángulo alfombrado, sin muro que las separe, rodeadas de espectadores que se ven las caras, como en la asamblea y en el teatro griego.

Ana Wagener, intérprete de María Amparo, la mujer sin salida, el chivo expiatorio (los suyos la van a gritar, amenazar o golpear haga lo que haga) está muy bien. Hace su papel entera, sin drama sobrante: es la protagonista. Su vecina (Miriam Montilla) es una narradora trascendida: la voz apenas camuflada de Itziar Pascual, la autora (Madrid, 1967). Con esta obra obtuvo el Premio de Teatro Madrid Sur, en 2004. El texto está publicado en la revista Primer Acto.

Pared

De Itziar Pascual. Intérpretes: Miriam Montilla y Ana Wagener. Violinista: Dobrochna Banaszkiewicz. Iluminación: DMRC. Música: Fernando Egozcue. Escenografía: Susana de Uña.

Dirección: Roberto Cerdá. Madrid. Sala de la Princesa (teatro María Guerrero). Del 19 al 22 de enero.

Roberto Cerdá recorta algo la versión original. Ha añadido una violinista, que abre y acompaña el espectáculo. Su dirección de actores es afinada, y su puesta en escena, expresiva, tiene hallazgos. Para arrancar con el tema centrado, el director introduce, en voces grabadas, declaraciones de mujeres maltratadas. Más discutible me parece que interrumpa la representación hacia la mitad, para que las actrices, o unas voces en off, no recuerdo, lean textos donde se comentan sentencias judiciales. Este interludio, demasiado largo, enfría el espectáculo, en vez de distanciarlo en el sentido brechtiano. La obra de Pascual vuela sola, no lo necesita.

Tiene un final difícil de solucionar. La autora propone que se proyecten los nombres de las mujeres asesinadas por sus parejas en 2003; mientras eso sucede, la vecina se decide a llamar a la puerta de María Amparo, para romper su aislamiento: pero no consiguen entenderse. Pared acaba con esta acotación: "Mujer y María Amparo respiran. Juntas. Resplandor, fulgor, pura luz". En el montaje de Cerdá, la larga lista de nombres se escucha en off, y la vecina habla con la protagonista: promete que la llamará. Es un final más concreto, y esperanzador.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_