Con seis no bastó
María Esther Fernández Lemos recibió ayer de manos del ministro de Trabajo, Jesús Caldera, la medalla al Mérito en el Trabajo, que le fue concedida al tiempo que a la Cruz Roja Española, Joan Manuel Serrat, José Luis Sampedro, Iñaki Gabilondo, José María Pérez González Peridis, Carlos Luis Álvarez Cándido y Josefina Aldecoa, entre otras personalidades. En contraste con la relevancia pública de sus compañeros de galardón, Esther Fernández es una anónima anciana que nació en O Pino (A Coruña) en 1926, trabajó desde los seis años, primero en el campo, después en un molino y finalmente en casa, a la vez que tenía 16 hijos. "En 20 años, siempre hubo una cuna en su dormitorio", resaltó Caldera en el acto de entrega en la Delegación del Gobierno en Galicia, al que asistieron la mayoría de los 14 hijos que sacó adelante, 26 nietos y un par de biznietos. Los méritos de Esther no fueron paritorios sino paritarios, según el discurso de agradecimiento que leyó su hija, Susana Peleteiro. "Es el reconocimiento a miles de mujeres labradoras, lecheras, costureras, planchadoras..., que además de sacar a flote con esa economía sumergida tantos hogares, distribuían presupuestos familiares, cocinaban, limpiaban y hacían de enfermeras en sus casas, con el mismo reconocimiento institucional y social que si se dedicaran a pintarse las uñas". La emocionada matriarca reconoció que ella y su marido Antonio, "un santo ateo que decía que la educación, la cultura y la laboriosidad salvarían a nuestros hijos", habían considerado que con seis hijos (cuatro hombres y dos mujeres) bastaba, "pero los Principios Fundamentales del Movimiento de Franco se metían hasta debajo de las sábanas y ordenaban tener los que viniesen". Ahora, felizmente jubilada de todo tipo de labores, reitera a su tropa de nietos un único consejo: "Hay que luchar".-
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