El Madrid supera al Atlético en la tanda de penaltis

No basta con los partidos de Liga. No es suficiente con los de Copa del Rey. Tampoco con los de la Liga de Campeones. Madrid tiene hambre de fútbol. Sólo así se explica que varios miles de personas se armasen ayer de valor y apostasen contra el frío y los atascos para ver un amistoso. Sí, era un derbi. Todo un Atlético-Madrid en homenaje a Jesús Gil, 17 años como presidente colchonero, varias decenas de entrenadores destituidos, un descenso y un doblete de Liga y Copa como legado. Había un atractivo más: muchas dudas. Dudas sobre cómo el Madrid, empantanado en la Liga, resolverá la baja de Ronaldo, lesionado. Dudas sobre qué le pasa al Atlético, ese equipo que tanto prometía y que tan poco fútbol está haciendo. Dudas sobre si la mano de Juan Ramón López Caro, nuevo entrenador del Madrid, ya se va notando en el equipo. Muchas dudas, todas ellas, resueltas por el partido.

Primer asunto, Soldado es delantero centro. No es un mago del balón, ni un atleta privilegiado, pero remata. Además, bien. A él le tocará la difícil tarea de sustituir a Ronaldo contra el Athletic en Copa, si López Caro mantiene la puesta de ayer, con Beckham sustituido por Balboa por lesión. Segundo asunto: el nuevo técnico del Madrid quiere que su equipo ocupe las bandas para lograr centros en beneficio de Soldado, un buen cabeceador. Pretende que el Madrid junte líneas, lo que es difícil en noches como las de ayer, ausente Sergio Ramos. Quiere que Robinho salga de la banda izquierda hacia el centro. Algo de eso va habiendo. Mientras tanto, pocos desmarques, pases al pie y Robinho desconectado. Por ahora, pendientes de lo que puede ofrecer Cicinho, que ayer no jugó, lo de siempre.

Tercer asunto: ¿Cómo puede marcar tan pocos goles un equipo con Petrov, Torres e Ibagaza? Pues siendo como el Atlético, un conjunto que se hace un lío tras otro en el área, un equipo que remata con la bota torcida y apuesta siempre por un regate o un pase de más. Tiene a Petrov, sí. Pero al búlgaro se le nubla la vista dentro del área.

Nada de eso parecía importarle al público del Calderón, ni siquiera que el Madrid se llevase el trofeo en los penaltis. Había una ruidosa mayoría madridista. Había atléticos dispuestos a dejarse la garganta para protestar que un segundo tanto de Soldado, anulado, estuviese en el marcador hasta el descanso. Y había dos equipos, el Madrid y el Atlético, que a fuerza de no dar con la clave nadan en un mar de dudas.