El hipódromo ha salido bien
No cabe duda, el hipódromo de la Zarzuela ha tomado bien la salida -como decimos los hípicos- y galopa con soltura hacia el porvenir. No todos le pronosticaban tanta bonanza, desde luego. Se nos decía: "Ya verás, en cuanto pase la novedad del primer día os quedareis cuatro gatos". Afortunadamente, los agoreros se equivocaron por una vez y reunión tras reunión el recinto se ha llenado. No sólo hemos estado los aficionados "de toda la vida", sino muchos curiosos de primera hora que no han faltado luego ni un día, jóvenes, familias con niños, etc... Tal como aventuramos algunos, se ha confirmado lo oportuno de esta oferta lúdica de ocio para la capital. Todo indica que ya ha logrado adictos, favorecida -hay que reconocerlo- por una climatología que nos ha resultado milagrosamente propicia: mañana de carreras, mañana de sol... aunque hubiese llovido el día anterior y volviese a jarrear por la tarde. Después de todo, también el azar está presente en lo mejor y lo peor de la vida...
Tal como aventuramos algunos, se confirma lo oportuno de esta oferta lúdica de ocio para Madrid
En el momento de este primer balance, hay que pensar desde lo que ya tenemos en lo que con urgencia necesitamos. La afluencia de público es una magnífica noticia, pero a la larga resultará incómoda si no se recuperan cuanto antes para el uso las tribunas que hoy nos sirven de perplejo decorado. Nadie entiende que nos apretujemos en un cuarto del espacio practicable, con armazones provisionales y precarios, teniendo a la vista instalaciones excelentes que no necesitan más que una adecuada puesta a punto para proporcionarnos amplitud y comodidad. Comparto los elogios que en un artículo reciente (El hipódromo y La Barraca, EL PAÍS, 17-XII-05) le tributaba a esas venerables estructuras el arquitecto Martín Domínguez Ruiz, hijo de uno de los tres creadores de la Zarzuela, junto a Carlos Arniches y Eduardo Torroja. En efecto, "este hipódromo que tan bien se adapta a las exigencias simultáneas del deporte y del espectáculo hípico, lleno de espectadores, se convierte en un pueblo en fiestas, la fiesta que se repite todos los domingos". Sería nocivo desvirtuar esa muestra de arquitectura civil "en aras del mercantilismo omnívoro" pero no menos traicionero resultaría condenarla por una beatería anquilosadora a la esterilidad de "mírame pero no me toques", como esas vajillas preciosas que compran las parejas el día de la boda y después guardan en un armario durante cuarenta años de matrimonio para que no se estropeen. El mejor y más necesario homenaje a esta pieza arquitectónica tan hermosa es devolverla cuanto antes al uso para el que fue concebida...
Otra de nuestras urgencias es que la Sociedad de Fomento determine cuanto antes un calendario de las pruebas que deberán correrse a lo largo del año en todos los hipódromos españoles. Los andaluces, Lasarte y Madrid tienen que funcionar de manera coordinada y complementaria, nunca antagónica. Y los propietarios y entrenadores necesitan conocer para matricular a sus pupilos las fechas de las competiciones, racionalmente escalonadas a lo largo del año con criterios fundamentalmente hípicos (no sólo ni primordialmente espectaculares) y tomando en cuenta los otros calendarios vigentes en Europa. Hay que recuperar cuanto antes las carreras clásicas, esenciales para la cría. Por supuesto, no hace falta decir que el hipódromo de Madrid, para asentar su oferta tan bien acogida, no debería demorar su reapertura el próximo año más allá de comienzos de primavera.
En esta inaugural temporada de otoño que ahora termina, el rescatado recinto de la Zarzuela ha dado la bienvenida a un campeón y su adiós a otro. El primero es Young Tiger, un arrollador hijo del gran atleta alemán Tiger Hill, que ha dominado con intratable superioridad las tres principales pruebas de la temporada, demostrando que hoy por hoy no hay quien pueda con él ni en dos mil, ni en mil seiscientos ni en dos mil cuatrocientos metros. El adiós se lo hemos dado a uno de los jinetes más queridos, Florentino González, que abandona la pista de competición después de treinta años y muchas victorias inolvidables. A partir de ahora, nuestro "Floro" se encargará de la escuela de aprendices, una de las iniciativas más importantes y prometedoras del nuevo hipódromo. Nadie mejor que él para esa tarea docente, porque puede enseñar a los neófitos (y neófitas, ya que hoy son más las aspirantes a jockey de sexo femenino) no sólo todas las habilidades del arte de montar sino también decencia y honradez, de las que siempre ha sido un insustituible ejemplo. Ojalá vengan pronto a nuestras carrreras otros y otras como él...
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