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Berlusconi escoge a un ex director del Tesoro para dirigir el Banco de Italia

La oposición y la UE aplauden la designación de Mario Draghi al frente de la institución

Enric González

El Gobierno de Silvio Berlusconi dio ayer por cerrada la crisis del Banco de Italia con el nombramiento de Mario Draghi como gobernador de la institución. La elección de Draghi, de 58 años, antiguo director general del Tesoro y en la actualidad vicepresidente europeo del banco de inversiones Goldman Sachs, fue aplaudida por la oposición política y por la Unión Europea. Del nuevo gobernador, el primero no vitalicio, se espera una profunda regeneración del Banco de Italia, cuya credibilidad resultó dañada por las actuaciones del dimitido Antonio Fazio.

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El nombre de Mario Draghi circuló de forma intensa en cuanto Fazio presentó su dimisión, el pasado día 19. Su perfil político resultaba impecable: director general del Tesoro entre 1991 y 2001, por lo que trabajó a las órdenes de presidentes del Gobierno tan ideológicamente dispares como Giulio Andreotti, Giuliano Amato, Carlo Azeglio Ciampi, Silvio Berlusconi, Lamberto Dini, Romano Prodi y Massimo d'Alema. También se ajustaba a las necesidades de perfil técnico: fue director ejecutivo del Banco Mundial (1984-1989), asesor del Banco de Italia (1990) y, desde 2002, vicepresidente europeo de Goldman Sachs.

Su último empleo constituyó el más serio obstáculo al nombramiento. El miércoles, cuando Silvio Berlusconi acudió al despacho del presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, para proponerle el nombre de Draghi, Ciampi se mostró reticente. Apreciaba las cualidades personales y profesionales de Mario Draghi, pero temía que su recentísima relación con un gran banco de negocios suscitara un conflicto de intereses. El presidente de la República indicó que su candidato seguía siendo Tomasso Padoa Schioppa, un veterano del Banco de Italia y del consejo del Banco Central Europeo que, en su opinión, proyectaba una imagen más institucional que Draghi.

Ante la necesidad de llegar a un acuerdo urgente con Ciampi, Berlusconi propuso una tercera opción: la del ex presidente del Gobierno y "supertecnócrata" Giuliano Amato. En este caso fue el propio Amato el que rehusó el posible ofrecimiento del puesto de Fazio con una frase irónica: "También ha dimitido Arrigo Sacchi, y no por eso voy a ir a España a trabajar como entrenador". El secretario general de la Presidencia del Gobierno, Gianni Letta, planteó la posibilidad de nombrar como "gobernador transitorio" al actual director general del Banco de Italia, Vincenzo Desario, pero a Ciampi le pareció una solución demasiado continuista y vinculada al propio Fazio. Al final se volvió al primer candidato, Mario Draghi.

Berlusconi logró cerrar la sustitución de Antonio Fazio en un tiempo brevísimo, menos de 10 días en los que tuvo que obtener del Parlamento la aprobación de una reforma del Banco de Italia que incluía la abolición del mandato vitalicio (Draghi contará con seis años, ampliables hasta 12), la cesión al Antitrust de las funciones de vigilancia de la competencia e incluso los mecanismos de nombramiento del gobernador. A causa de esa prisa, ayer no estaba claro cuándo podría incorporarse Mario Draghi a su despacho del palacio Koch: había sido nombrado según las nuevas normas, pero el Banco de Italia tenía que seguir funcionando con las normas antiguas hasta mediados de enero. El ministro de Economía, Giulio Tremonti, admitió que la situación era confusa. "Queremos que empiece de inmediato, pero eso dependerá de él mismo", dijo el ministro.

El nombramiento de Draghi fue muy bien acogido. Un portavoz de la UE expresó "satisfacción" por la "experiencia internacional" del nuevo gobernador. Romano Prodi, jefe de la oposición, afirmó que él también habría nombrado a Draghi, "una persona de gran credibilidad".

Draghi tiene ante sí varias misiones difíciles. En primer lugar, debe cambiar por dentro el Banco de Italia, habituado desde 1993 a la autocracia impuesta por Antonio Fazio, y favorecer la colegialidad en la toma de decisiones. En segundo lugar, debe hacer olvidar la desidia con que Fazio permitió fraudes como los de Cirio, Parmalat y Banca Popolare. Y, lo más importante, debe anunciar al mundo el fin del proteccionismo que caracterizó la gestión de Fazio y fomentar las inversiones extranjeras, sin que eso se confunda con un "pago de favores" a sus amigos de Goldman Sachs y de otros grandes bancos internacionales.

Mario Draghi, cuando era director general del Tesoro Italiano.
Mario Draghi, cuando era director general del Tesoro Italiano.EFE

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