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Columna
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Una pica en Bruselas

Me parece muy bien que el presidente Camps vaya al Parlamento Europeo a dar explicaciones, si ese es su deseo. Pero que no diga que acude para proteger a los valencianos. Si Camps viaja a Bruselas, será exclusivamente para defenderse él y defender a su Gobierno, lo que es una actitud muy respetable. En todo caso, el presidente debería recordar que no está en duda nuestro honor, sino su conducta como gobernante. No es a los valencianos a quienes reprenden en Europa, sino a un Gobierno que ha alentado la injusticia, dejando tras de sí a miles de afectados.

Desde los tiempos de la reforma agraria del comandante Castro, no se recordaba en Occidente un cambio en la propiedad de la tierra como el vivido estos años en la Comunidad Valenciana. Claro que aquí los beneficios no han ido a parar a manos del Estado, sino a los bolsillos de los promotores inmobiliarios. La diferencia, aunque el presidente prefiera hablar de creación de riqueza, tiene su importancia. De ahí, el escándalo suscitado en el extranjero. Las llamadas al patriotismo regional que escuchamos tras la condena del Parlamento Europeo, podrán proporcionarle votos a Francisco Camps, pero no le ayudarán a tener razón. Además, esa conducta es un peligro para la democracia porque conduce a la demagogia. Personalmente, no me gustaría pensar que el presidente electo de la Comunidad Valenciana antepone los votos a la democracia.

Si Francisco Camps decide presentarse en Europa, debería adoptar alguna cautela para superar con éxito la prueba. No es lo mismo comparecer ante el Parlamento Europeo que hacerlo ante las Cortes Valencianas. Y no sólo por una cuestión de proximidad y confianza, sino porque en el Parlamento Europeo el presidente no gozará, como aquí, de mayoría absoluta. Eso quiere decir que no podrá desentenderse de un asunto que le incomode, ni negar información cuando un diputado se la solicite, como acostumbra a hacer entre nosotros. De cualquier modo, hará bien en procurarse unos argumentos más sólidos que los empleados por él y el portavoz González Pons durante estos días. Decirles a los europarlamentarios que sus decisiones son fruto de una campaña para perjudicar nuestro turismo puede que no sea muy diplomático.

Uno de los puntos que Camps habrá de vigilar con más cuidado, el tiempo que permanezca en Bruselas, es la prensa. Vigilar la prensa es un trabajo difícil, de consecuencias imprevisibles. Pero, aún corriendo el riesgo, deberá evitar que, durante esos días, los periódicos publiquen fotografías de nuestra costa. Es probable que seamos uno de los territorios más protegidos de Europa, como asegura el consejero Blasco, pero la afirmación resultará poco creíble si se muestran imágenes de nuestro litoral.

Con todo, le amenaza al presidente un peligro mucho mayor, para el que deberá prepararse minuciosamente desde ahora mismo. Porque, ¿qué hará Francisco Camps si un europarlamentario -un europarlamentario mal intencionado, desde luego- le interpela mostrándole el anuncio que Marina d'Or publicaba en la prensa del sábado pasado? Ese anuncio donde, a propósito de unos terrenos, se hablaba de sobreprecios, protecciones, amenazas, amigos bien situados, presiones... Si tal cosa sucediera, me temo que Francisco Camps tendría que convencer al Parlamento Europeo de que la Comunidad Valenciana no es una provincia de Catania. Y la tarea no iba a resultar sencilla.

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