La soledad de Butragueño
El vicepresidente encabezó en solitario la expedición a Atenas, ya que Arrigo Sacchi se quedó en Madrid y Florentino Pérez viajó en un avión privado
A las 12 de la mañana del domingo, Vanderlei Luxemburgo hizo su último servicio al Real Madrid, el equipo donde había trabajado los últimos 340 días. Escribió en un papel la lista de convocados para el intranscendente partido -más allá de los 340.000 euros que paga la UEFA al ganador- que el equipo disputará hoy ante el Olympiakos griego. En esa lista, Luxemburgo decidió incluir a 10 jugadores del filial, que ese mismo día iban a jugar con el Castilla un partido contra el Nàstic en Tarragona. Junto a ellos, citó a los menos habituales de la primera plantilla, amén de Sergio Ramos, que no jugó el sábado ante el Getafe por sanción, Baptista, recién salido de una lesión, y Robinho. Quería el técnico brasileño que los jugadores con más peso del equipo comenzaran a preparar a conciencia el partido del domingo en Málaga. Y así lo harán. Desde hoy mismo. Pero no con Luxemburgo al mando. Ni siquiera con López Caro, sustituto del brasileño. Lo harán con Juanjo Maqueda, hasta el domingo pasado segundo entrenador del Castilla.
La destitución el domingo de Luxemburgo obligó a los responsables del club a tomar decisiones contrarreloj. López Caro había viajado con sus jugadores del filial en autobús a Tarragona. Y en autobús pensaban volver. Una llamada antes del partido le obligó a cambiar de planes. El técnico, su segundo, Maqueda, el preparador físico, Pau Alberti, y los futbolistas convocados por Luxemburgo para la Champions debían volver en avión a Madrid. Los demás lo harían por carretera. López Caro, aunque no de forma oficial, sabía que aquel repentino cambio de planes le convertía de hecho en nuevo entrenador del Madrid, lo que acabó de asumir al contemplar la decena de fotógrafos que deseaban captar su imagen en el banquillo del estadio del Nàstic.
A Atenas llegaron ayer López Caro y sus jugadores, y en Madrid se quedó Maqueda, que dirigirá hoy el entrenamiento de los Beckham, Ronaldo y compañía. Junto a él estará García Hernández, uno de los técnicos comodín del club. Y ayer mismo, el club decidió que el equipo filial sea entrenado por Miguel Ángel Portugal, con García Cortés de segundo.
Conocedor de esas decisiones era Emilio Butragueño, vicepresidente del club. Llegó solo al aeropuerto de Barajas. Iba despacio, cabizbajo, y apenas dejó escapar un tímido saludo ante los periodistas que esperaban a la expedición del equipo. Se sentó en el avión, en la primera fila, acompañado de dos vocales de la junta, Gómez Montejano y Cerezo Velázquez. Nadie más se apuntó a la lista. Arrigo Sacchi, director deportivo del club, se había quedado en Madrid. Trabajando, según la versión oficial. Florentino Pérez, el presidente, optó por viajar a Atenas en un jet privado, lejos del ruido.
Tan sólo estuvo Butragueño en el avión como el día anterior, el domingo, en la conferencia de prensa en la que hizo público el despido de Luxemburgo. Mientras él dormía, López Caro no paraba de hablar con Jaro, el entrenador de los porteros, el único técnico en esa expedición que podía contarle algo de su nuevo vestuario. Porque los demás, los Paulo Campos y compañía, se han ido con Luxemburgo.
Así que fue Jaro quien tuvo que poner al día a López Caro. Y éste, de motu propio, decidió que debía dar una rueda de prensa, con los periodistas españoles. Lo hizo en solitario. Nada que ver con las primeras de Queiroz, Camacho y García Remón, a quienes acompañó el presidente; ni con la de Luxemburgo, en la que estuvieron Butragueño y Sacchi. El presidente sólo se dejó ver durante el entrenamiento del equipo, en el césped, hablando con unos y otros. Terminado éste, Florentino Pérez se dirigió a una cena a la que había sido invitado. La organizaba la Peña Del Bosque de Atenas.
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