Amistades voluntarias
La fundación Gerón facilita a los ancianos la asistencia y la compañía de sus miembros
Ana Alba y su madre, Josefa León, acudieron ayer por la tarde, como muchas otras tardes, a la residencia para mayores en la que vive Cristobalina Moreno, en el centro de Sevilla. Ayer no tenían que ir al médico ni resolver ningún asunto concreto, así que dieron un paseo, charlaron y tomaron café. A Ana y Cristobalina no les une ningún parentesco, pero sí una ecuación simple: Cristobalina vive sola y de vez en cuando necesita compañía y Ana tiene un poco de tiempo libre. Se conocieron a través de la Fundación Gerón, que desde hace 11 años trabaja para mejorar la calidad de vida de los mayores. Empezó en Andalucía y ya se está abriendo camino en el resto de España.
Ayer se celebró el Día Internacional del Voluntariado y Cristobalina, de 77 años, tenía un regalo para Ana. Una carta-poesía escrita a mano en la que le agradece su compañía. Se lo dio medio a escondidas metido en un sobre, pero al rato se decidió a hacerla pública: Cuenta que Ana le ayuda a "caminar por Sevilla" y le agradece que le haga un hueco en su ajetreo diario. "Yo al verme con ella dejé de ser una cobarde", lee Cristobalina. Ana la escucha y reflexiona: "Esto refleja lo que es un voluntario y lo que siente la persona que lo recibe. Más claro, imposible".
Ana se hizo voluntaria hace cuatro años gracias a su hija, que hoy tiene 27 años y ya lleva cinco colaborando con Gerón. Ana fue un día a conocer la fundación y decidió quedarse. Es ama de casa y tiene las mañanas cargadas de trabajo, pero una o dos tardes a la semana se las dedica a los mayores. "Me llena de satisfacciones. He descubierto que me gusta estar con las personas mayores. Muchos sólo necesitan que les des cariño y compañía, que les escuchen", dice Ana. Su madre, Josefa, le acompaña siempre que puede.
Hasta ahora solían visitar a otra usuaria de Gerón que acaba de ingresar en una residencia y ya la necesitará menos. Por eso, a partir de ahora, pasará más tiempo con Cristobalina, que está encantada con el cambio. "Yo estoy muy agradecida. Como si ella en su casa no tuviera nada que hacer...", advierte Cristobalina, que todavía recuerda con apuro el día que Ana llegó para llevarla al médico a las tres y media de la tarde en pleno verano y al acabar la voluntaria le confesó que todavía no le había dado tiempo de comer. "Ay, lo que me dio cuando me lo dijo", cuenta la anciana.
Cristobalina estuvo casada cuarenta años, pero no tuvo hijos. Vivió en Madrid durante casi todo su matrimonio, pero hace siete, cuando ya había cumplido los 70, decidió separarse y mudarse a Sevilla. "Es una triste historia de la que tengo mucho escrito", cuenta, pero prefiere no dar detalles porque estos días anda apesadumbrada después de enterarse de la muerte de su marido. "Se murió el día 22 y a mi no me dijeron nada. Me he enterado ahora por mi familia y ha sido una gran decepción", dice. Ya ha escrito sobre ello, como hace cada día con las noticias que le impactan. "Tengo muchas libretas, lo escribo todo". Entre los destinatarios asiduos de sus escritos están los miembros de la Casa Real, de la que, asegura, siempre obtiene contestación.
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