"Lanzando faltas soy de los mejores del mundo", afirma Juninho
Los jugadores del Madrid se quedaron atónitos cuando, en las gradas del estadio Gerland, durante el partido contra el Olympique de Lyón, los aficionados celebraron una falta de Raúl fuera del área, en el minuto 25, como si el arbitro hubiera pitado penalti. Era sólo un tiro libre, muy lejano, a más de 30 metros de la portería. No importaba. Quien se acercaba para lanzarlo era un gran especialista, Juninho Pernambucano. No falló.
"Cuando se prepara para lanzar una falta, sabes casi seguro que será gol. Juninho pone el balón donde quiere y como quiere", dice, admirado, su compañero Caçapa. Desde que llegó a Lyón, en 2001, Juninho ha ganado las cuatro Ligas francesas que ha disputado y logrado 43 goles, 23 de ellos de falta. "Soy uno de los mejores lanzadores del mundo", reconoce el centrocampista brasileño; "cada vez tengo más oportunidades de tiros debido al juego muy ofensivo de mi equipo". Lo dice él y lo garantiza Michel Platini, leyenda del fútbol tricolor, cuando afirma que "muy pocos jugadores en el mundo tienen su talento".
Juninho recibió muchas propuestas antes de renovar, hasta 2009, su contrato con el Lyón. Su compatriota Kaká, del Milan, le rogó que firmara con el club italiano. Pero rechazó la invitación del amigo alegando: "A los 30 años, quizá no tenga tanto tiempo para conquistar a la gente. Además, juego en uno de los mejores equipos de Europa".
Copió Juninho la técnica de sus disparos de Gerson y Zico, dos lanzadores magistrales. Perfeccionó su precisión en los diminutos espacios del fútbol sala, que jugó de los 13 a los 17 años. "En las pistas tienes que pensar el juego y definir las jugadas rápidamente. Aprendes a jugar a un solo toque" dice. La fuerza de sus tiros la ganó por su obstinación en ejercitarlos después de los entrenamientos en el Sport de Recife y el Vasco da Gama. Pero en el club carioca tardó en lanzar las faltas porque Romario, su compañero y jefe, no le dejaba. Sólo cuando clasificó al Vasco para la final de la Copa Libertadores de 1998, con un gol de falta, se ganó ser el primero en lanzar.
"Ahora tiro todo, las faltas y los penaltis", dice el líder del Lyón, que confiesa ser "muy hortera para el arte y los museos" y casi no ir al cine. Bebe vino en la cena, pero considera el queso camembert "apestoso". Y, de tanto comer patatas fritas, su hija acabó apodándole Patato Frito.
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