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Reportaje:

Lisboa mira a Valencia

El Museu Nacional do Azulejo exhibe la primera gran síntesis de la historia de la actividad cerámica en Valencia

Ferran Bono

La primera síntesis de la historia de la azulejería valenciana se exhibe en el Museo Nacional do Azulejo de Lisboa. Se trata de una gran exposición que contiene obras realizadas desde 1300 hasta 1930. La mayor parte de los fondos de la muestra, que se puede ver hasta diciembre, procede de los fondos del Museo Nacional de Cerámica y de las Artes Suntuarias González Martí, ubicado en Valencia, y de los museos de Onda y Manises. Un total de 140 piezas componen esta extraordinaria exposición.

El director del Museo Nacional de Cerámica y comisario de la exposición, Jaume Coll, expresa la voluntad de exhibir la muestra en España, dado su interés y su magnitud. La limitación de espacio del centro ha sido el principal obstáculo para su exhibición en Valencia. El museo sigue a la espera de que se inicie su fase de ampliación que lo dotará de 2.500 metros cuadrados para exposición pública.

Con motivo de su 25 aniversario, el museo lisboeta ha programado esta revisión de la evolución de la azulejería valenciana, desde su inicio como industria artesanal hasta su consolidación como industria moderna en los albores del siglo XX.

Además, el azulejo valenciano jugó un importante papel en los orígenes de su uso como revestimiento de prestigio en Portugal. Hubo muchos vínculos entre la nobleza y la casa real portuguesa y sus homólogos de la Corona de Aragón. En el siglo XIII, en el Repartiment de la isla de Mallorca se otorgaron posesiones al Infante de Portugal. Los vínculos y transferencias de gustos prosiguieron en los dos siglos ulteriores, señala Coll.

Especial importancia tiene la exhibición del escudo real de la Real Fábrica del Azulejo, que se instaló en la calle de las Barcas de Valencia en 1795, del mismo modo que en La Granja de San Ildefonso se emplazó la Real Fábrica de Cristales y Vidrio o en Alcora, la Real Fábrica de Loza y Porcelana. "La Real Fábrica de Azulejos de Valencia es un episodio bastante desconocido de la historia de la ciudad, al igual que su escudo real", apunta el director del museo.

El escudo de azulejos policromados desapareció, se exportó y fue a parar a manos de un coleccionista portugués. Ahora se exhibe en el museo lisboeta.

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No en vano, a finales del siglo XVII y durante buena parte del siglo XVIII, Valencia es uno de los principales centros productores del azulejo policromado de España. La ciudad crece y las fabricas, emplazadas en el casco urbano suponen un obstáculo.

En la posterior centuria, la industria se "fue deslocalizando" y se fue centrando más en poblaciones como Manises, Onda o Castellón, mientras que Alcora se mantenía como núcleo de relevancia de la porcelana, continúa Coll. Con la apertura del mercado americano, el azulejo de Onda y Manises señorean a finales del siglo XIX en los mercados emergentes de Cuba, Puerto Rico y numerosos destinos americanos, sentando las bases de la actual industria.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Manises dejó de fabricar azulejos como antaño y se orientó hacia el uso sanitario y algunas piezas de carácter decorativo.

Entre las obras que se exhiben hay algunas piezas excepcionales: un fragmento de pavimento alicatado del Monasterio de Poblet; un pavimento completo de 60 metros cuadrados de la fábrica de Disdier, o el pavimento de El Quijote de la fábrica de la calle Russafa.

Jaume Coll insiste en la importancia de la iniciativa del Museu Nacional do Azulejo de Lisboa: "Es la primera vez que se hace una exposición sintética como ésta", y añade la conveniencia de traducir el catálogo del portugués.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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