"Esto es más de machaque y de locura"

Xabi Fernández (Ibarra, Guipúzcoa; 28 años) ha logrado sumergirse en la Vuelta al Mundo después de haber sido oro olímpico en Atenas 2004 en la clase 49, la más rápida y nerviosa, junto a su compañero Iker Martínez. Su trabajo de trimmer consiste en que las velas estén siempre en su punto. Sin antecedentes -su padre es profesor de la antigua Formación Profesional-, empezó con un cursillo de vela y... hasta aquí.

Pregunta. ¿Qué tiene que ver la vela olímpica con esto?

Respuesta. Es casi otro deporte. En mi especialidad, la 49, somos el patrón, un tripulante y un entrenador y todo es más sencillo. Entre Iker y yo organizamos todo. Aquí, somos 40 personas, 10 en el barco, y eres uno más. Eso sí, los dos son veleros de última generación, muy rápidos y modernos.

"Al día, andarás 100 metros, no más. Estás sentado o de pie quieto. Te quedas inútil"

P. ¿Lo más difícil?

R. El desconocimiento de estos barcos grandes. La navegación nocturna se nos ha hecho dura. También, la convivencia, entrar en un sistema de guardias... Son condiciones chungas en las que cualquier tontería es un mundo. Por ejemplo, no hay que llegar tarde a ninguna guardia porque, aunque sean dos minutos, le estás fastidiando al otro, que está arriba muerto de frío, y no mojarle el saco de dormir al de al lado.

P. ¿Cómo fue la preparación?

R. El 1 de enero fuimos a Australia, estuvimos en el astillero terminando el barco y desde marzo hemos hecho casi 20.000 millas. Y luego, dos horas diarias de gimnasio, de 7.30 a 9.30.

P. ¿Se atrofia la parte de abajo del cuerpo?

R. Sí. Por mucho que hagas fuerza con las piernas al levantar las velas [la más ligera pesa 70 kilos], haces mucho cuádriceps, pero el barco tiene 20 metros y al día andarás 100, no más. Estás sentado o de pie quieto. Tras cada etapa, estás inútil y te cuesta una semana coger movilidad.

P. ¿Cómo fue el paso por el cabo de Hornos?

R. Unos 25 nudos de viento y unos cinco grados, bastante bien. Puede haber 40 nudos y mucho frío. Siempre estás húmedo. Son 24 horas de frío y eso te agota. Dentro, está mojado también porque entran las velas y hay nubes. Lo que haces es quitarte la ropa de agua y meterte al saco, donde hay calor. Es una semana o 10 días de mucho frío. La segunda etapa, de Suráfrica a Melbourne, también es muy dura. Bajas al Sur, a 60 grados, y tienes icebergs, frío y nieve. Y luego, de Nueva York a Gran Bretaña, se sube mucho y hay muchísimo viento.

P. ¿Por qué hace esto?

R. Son retos. La vela la separaría en tres grupos: la olímpica, la Copa del América y la Vuelta al Mundo. La olímpica salió bien en Atenas y ahora me llama más la Vuelta al Mundo porque para la Copa del América hay más tiempo. Esto es más de machaque y de locura y creía que era el momento.

P. ¿Compensa económicamente?

R. Sí, son equipos grandes en los que te juegas mucho y estás bien valorado.

P. ¿Las medidas de seguridad son suficientes?

R. Da mucha seguridad navegar con esta gente experimentada que no hace locuras. Siempre te pones el arnés, tu radio baliza con un GPS que manda tu señal al barco, el chaleco salvavidas... Pero, si te caes de noche con el agua a cuatro grados, lo tienes jodido.

P. ¿Se marea?

R. Demasiado. El primer día y medio me mareo y después se me pasa. Mareado y sin comer, al final estás inválido. Es un deporte complicado: la gente lo ve en la tele y no lo entiende.

P. ¿Por qué no es popular?

R. Es la pescadilla que se muerde la cola: no se echa en la tele porque no se entiende y al revés. Pero a todo aquél que lo prueba le gusta.