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Reportaje:FÚTBOL | Cuarta jornada de la Liga de Campeones: Betis-Chelsea

El hombre de acero

Lampard, obsesionado con el físico, suma 157 partidos seguidos de Liga

Menudo pelota. Sudorosos y cansados, los jugadores del West Ham no podían evitar mirar a aquel chaval de la cantera, un meritorio, y pensar que se quedaba a hacer horas extra en el patio trasero de Chadwell Heath, la ciudad deportiva del club, porque era el sobrino del entrenador y el hijo de su asistente. Un pelota. Frank Lampard quería estar en forma. Ponerse fuerte. No sabía que los consejos de su padre, ex futbolista y un obseso de la preparación física, le llevarían a triunfar en los hammers. Que luego, convertido en un pulmón, ficharía por el Chelsea. Que su entrenador, José Mourinho, le definiría como "el mejor jugador del mundo" justo antes del Betis-Chelsea de hoy. Y que jugaría tantos partidos seguidos de Liga, 157 y contando, como para pensar en batir la marca de 159 establecida por David James, portero del City.

"La obsesión por la preparación física es algo que mi viejo me ha inculcado desde que era pequeño", suele contar Lampard, máximo goleador de la Premier con 10 tantos. "Si no hago trabajo extra, llego al partido sintiendo que no me he preparado bien. Pero tampoco soy Braveheart. No hablo de meterme en el gimnasio ni de hacer pesas. Hablo de practicar y practicar, de hacer sprints y no salir del campo de entrenamiento hasta que estoy extenuado".

Lampard hijo creció impresionado por la figura de Lampard padre. Por las frecuentes visitas de Bobby Moore, el gran capitán de Inglaterra. Por las historias que su padre le contaba durante sus carreras diarias por los alrededores de Romford. Con trece años decidió que quería ser futbolista: su corazón, más grande de lo normal, ya le aguantaba para entrenarse "con dos o tres equipos profesionales" después de clase. Tanto ejercicio le volvió fuerte como una roca. "Me siento como Michelangelo", dijo Ranieri, el entrenador que le fichó para el Chelsea por 16 millones de euros. "Como el marmol era bueno, he mejorado a Lampard". Sus comienzos en el Chelsea, sin embargo, no fueron fáciles. "Empezó pegado a la derecha", le dijo su padre a la BBC, "y le llevó media temporada volver al medio y demostrar lo que puede hacer". Que es bastante, según Mourinho. "Presiona treinta metros por delante de su puesto, molesta a los extremos rivales, pasa en largo y en corto, sabe mantener el balón, marcar desde lejos y en jugada. ¿Qué puede mejorar? No le cambiaría por nadie en el mundo".

Lampard, de 27 años, es el hombre de moda. "La vida no puede ser más dulce", le contó a The Times en una carta en la que explicaba cuánto quería a su esposa, una modelo catalana. Lo feliz que era. Lo que disfrutaba levantándose a las 8 de la mañana para ir a entrenarse, siempre sin ducharse, en su Mustang azul. "Hay días en los que cuesta motivarse", reconoció. "Entonces me acuerdo de mi padre". Y saca a pasear a Daphne, su mastín. Corriendo, claro.

Frank Lampard.
Frank Lampard.

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