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Columna
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Lindo y querido

Aún no rugía Wilma sobre Yucatán cuando la foto de Camps con aquel chamán tan decorado como chaparro. Zaplana, buen mozo él, siempre pareció menguar ante su amigo el gigante bigotudo, gobernador de Guanajuato y luego presidente. Ahora Fox, el trajeado con botas charras , no ha acompañado a la multitud de gobernadores que anduvieron platicando, tanteando negocios y participando en el merecido homenaje a Lázaro Cárdenas, que tuvo el coraje de acoger con honores al exilio republicano español. Estos festejos (coincidentes con la cumbre Iberoamericana que condenó el embargo a Cuba) no deben hacernos olvidar lo poco que ha cambiado Méjico desde que Humboldt, hace 200 años, lo calificara como "el país de las desigualdades". José Ovejero decía en El Periódico de Cataluña: "...supongamos que en Cuba murieran cada año centenares de personas intentando abandonar el país; que parte de la policía, el Ejército y la judicatura estuviesen pagados por narcotraficantes; que se cometieran centenares de bestiales asesinatos de mujeres ante el desinterés o la ineficacia más flagrante de las autoridades; que la desnutrición afectase a poblaciones indígenas completas. Todo esto sería utilizado por los países occidentales, con razón, como pruebas de cargo contra el régimen cubano. Pero resulta que no es en Cuba donde pasan estos horrores, sino en el vecino Méjico. No obstante, los gobiernos occidentales no sienten ninguna clase de turbación a la hora de recibir cordialmente a sus líderes....".

Digo yo que viva el Méjico de las calles oliendo a merienda frita, de las casas pintadas de los colores de las flores, de los rebozos de seda en roperos de nogal, de los collares de conchas y los sombreros de paja, de las siestas en recámara con rejas de fierro verde. Viva el Méjico de los hombres y las mujeres valientes. Pero muera el que permite que una niña maquiladora gane en una semana, trabajando en Rubie's, 420 pesos: lo que cuesta en la tienda cualquiera de las muchas capas de Harry Potter que confecciona cada día.

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