Formación del gusto
Con 60 obras de 57 artistas diferentes, aunque todos ellos figuras cruciales del arte del siglo XX o de las postrimerías del XIX, la Fundación Juan March ha querido celebrar por todo lo alto su medio siglo de existencia, que ha rendido frutos en muchos campos de la investigación científica y la difusión cultural, pero que, en el campo concreto de la promoción pública del arte de vanguardia contemporáneo, ha sido un hito para nuestro país. Hay que recordar a este respecto que la política de exposiciones temporales de arte fue iniciada por la fundación en 1973, un momento histórico muy delicado en España porque todavía se vivía en pleno franquismo, un régimen dictatorial que, como todos los de su especie, no miraba con simpatía precisamente las novedades culturales y, menos, las que se presentaban con carácter rupturista. En este contexto de aislamiento y falta de información, la Fundación Juan March se arriesgó a mostrar a los maestros de nuestro siglo, tanto los pertenecientes a las vanguardias históricas como a los que surgieron tras la Segunda Guerra Mundial. Esta apuesta fue premiada con un fervor público insospechado, que, en primer término, captó la atención de los medios de difusión de masas como nunca antes había ocurrido y, en segundo, orientó la política cultural de la emergente democracia española. Haberlo hecho desde una institución privada y sin el apoyo de una colección que facilitase las contraprestaciones es una verdadera hazaña, que no se puede explicar sin el esfuerzo y la competencia de sus responsables.
CELEBRACIÓN DEL ARTE. MEDIO SIGLO DE LA FUNDACIÓN JUAN MARCH
Fundación Juan March
Castelló, 77. Madrid
Hasta el 15 de enero de 2006
Dicho lo cual, que no por conocido debe dejar de ser recalcado, podemos tratar de la exposición actual, que se ha construido con la intención de que estuvieran presentes las obras tanto de los artistas a los que la fundación dedicó muestras monográficas como las de las colectivas de movimientos o de instituciones.
Entre los 57 artistas que están presentes en la muestra actual no hay uno sólo que no tenga una importancia indiscutible, desde Manet, Monet, Degas, Gauguin, Cézanne, Toulouse-Lautrec, Munch o Bonnard hasta Pollock, Bacon, Rothko, De Kooning, Motherwell, Johns, Rauschenberg, Hockney, Warhol o Lichtenstein, sin dejar de por medio los Matisse, Kandinsky, Klimt, Kokoschka, Picasso, Braque, Beckmann, Kirchner, Mondrian, Gris, Malevich, Julio González, Giacometti, Klee, Delaunay, Léger y un largo etcétera. Recomponer nominalmente este retablo tan representativo del mejor arte contemporáneo internacional es ya de por sí una empresa asombrosa, pero lo más admirable en esta ocasión es que se ha hecho con obras de calidad y, a veces, de una importancia de primer rango, con lo cual una vez más la fundación ha sido plenamente coherente con su brillante historia.
Por lo demás, la visión conme-
morativa actual permite desvelar otros aspectos curiosos y significativos de esta política pionera de muestras temporales de la fundación, que fue evolucionando durante sus primeros tres lustros sin dejar de mirar las sucesivas carencias de nuestro país. En este sentido, es muy interesante comprobar cómo su trayectoria varió desde los grandes maestros históricos hacia el expresionismo abstracto americano o el pop. También es interesante su pionero interés por el expresionismo alemán, el fin de siglo vienés, el cubismo o la vanguardia rusa. Por otra parte, el tratamiento de estos temas siempre fue de una alta exigencia crítica y una acertada difusión didáctica, imprescindible en un país en el que el indudable entusiasmo no estaba acompañado de una sólida tradición en este campo. ¿Qué más se puede decir? Evidentemente muchas más cosas; pero baste, por el momento, con señalar que la exposición conmemorativa actual es como introducirse en las salas de un gran museo de arte contemporáneo. ¡Felicidades!
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