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Reportaje:

Las claves del toque

El guitarrista Manolo Sanlúcar desvela secretos a jóvenes artistas de las seis cuerdas en la bienal 'Málaga en Flamenco'

Javier Martín-Arroyo

"A veces nos creemos el ombligo del mundo, y escuchar música caribeña, hindú o clásica hace que nuestros conceptos se amplíen. Porque no vivimos en una tinaja y la gente merece disfrutar de altos referentes". La audiencia escucha embelesada a Manolo Sanlúcar. El guitarrista suda metáforas y mestizaje sin perder autenticidad, y por eso permanece como referente musical, además de lujo didáctico para unos pocos afortunados del toque flamenco. Son quince guitarristas consumados, alumnos durante esta semana en un curso organizado por la UNED dentro de la bienal Málaga en Flamenco. "Llevo treinta y cuatro años dando cursos, y seguramente éste sea el de mayor nivel", apunta Sanlúcar.

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Entre su entregada parroquia figura el malagueño Antonio Soto, acompañante de cantaores consagrados como Fosforito y Manuel Agüjetas y con disco fresco en el mercado, que se deshace en elogios hacia el guitarrista gaditano: "Te hace construirte sólo con la palabra y te da más nivel, porque a veces el guitarrista se va encajonando. En cuento pueda repito", aclara Soto con un cierto brillo en los ojos. Todos, sin excepción, están sedientos y piden más. Más clases, referencias y acordes con los que inspirarse.

El proceso de selección fue arduo y cada guitarrista envió una grabación con tres temas propios. Los contenidos del curso incluyen estudios de armonía, composición, y virtuosismo, concepto éste último al que aspiran a acercarse la mayoría y que les inspira respeto que no miedo. "A cada uno les hago observar sus defectos para que trabajen sobre ellos", apunta Sanlúcar.

El guitarrista seduce a sus alumnos con la heterodoxia más enriquecedora: "Hay que escuchar a los modernos y a Manuel Torre, Sabicas y Chacón, pero también a los que no entendamos como Stravinski o Schönberg. No para copiarles, sino para que la mente se abra y estar a su altura algún día", indica. La batalla de Sanlúcar porque el toque flamenco se institucionalice y adquiera el rigor necesario aún sigue cayendo en saco roto, aunque él no se rinde. Denuncia que lo jondo no cuenta con conservatorio propio y que sus materias no están documentadas porque para los políticos permanece aún como un mundo marginal. "De este modo surgen buenos guitarristas, pero sin preparación, y desarrollados siempre sin referentes", explica.

En la pizarra están definidos las escalas y modos griegos, que reflejan el origen del flamenco y la cadencia andaluza, según explica Sanlúcar, "de importancia galáctica": Dórico, frigio, lidio y mixolidio. David Retamero es guitarrista en Málaga y explica cómo el curso le mostrado nuevos horizontes a la hora de componer. "Hay que hacer temas con sentido y sin contar mil historias, centrando el discurso", apunta.

Sanlúcar se define como un monje del flamenco: "He asumido sacrificios y he dado una dedicación absoluta a este arte", afirma. "No enseño música que quede antigua, sino bases para toda la vida", resume sobre sus clases.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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