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Jan Lauwers lleva al Lliure un recorrido por la historia del siglo XX

El autor belga aúna teatro, danza y música en 'Isabella's room'

Cuando era un niño, el autor y director escénico belga Jan Lauwers (Amberes, 1957) tenía prohibido tocar las piezas de la extensa colección de arte antiguo de su progenitor. Parte de este material se utiliza ahora en el espectáculo creado y dirigido por Lauwers Isabella's room, un homenaje al padre que tiene como personaje central a una anciana ciega. De su mano se realiza un recorrido por la historia del siglo XX.

La obra, que impactó en Aviñón en su estreno en 2004, puede verse hoy y mañana en el Teatre Lliure.

"Creo que mi padre estaría contento de ver estas obras en el escenario", asegura Lauwers. Este artista con formación plástica acostumbra a hibridar diferentes lenguajes en sus espectáculos, que presenta al frente de su compañía, la Needcompany. La música, el teatro y sobre todo la danza contemporánea son elementos comunes a todos ellos, hasta el punto de que a menudo se suelen presentar como coreografías, al tiempo que se le clasifica como coreógrafo. "Pero os puedo asegurar que no he hecho una coreografía en toda mi vida", desmiente, y espera que Isabella's room sea recibida "como una obra de teatro". De hecho, y aunque está claramente influida por el cine y por la vertiente de realizador de Lauwers, éste la considera su obra "más convencional" por cuanto sigue una linealidad narrativa. "El texto es sencillo y comprensible, como también la música y la danza, aunque la construcción global es más compleja".

La pieza gira en torno a una mujer misteriosa, una anciana prácticamente ciega pero con una cámara conectada a su cerebro que le permite ver imágenes. "Quería escribir un gran papel para una mujer porque no abundan", aclara el autor, que compuso el personaje para la actriz protagonista, Viviane de Muynck, a la cabeza de un reparto de nueve intérpretes. La habitación de la anciana en un piso de París encierra todo su universo, representado por la colección de piezas arqueológicas y etnográficas, como un halcón egipcio o la cabeza momificada de un gato.

La vida de la mujer comprende prácticamente el último siglo, y su evocación convoca en el escenario a muchos de sus seres queridos. Su historia personal, salpicada de dolor y muertes pero también de la alegría de vivir, corre en paralelo a los grandes acontecimientos de la humanidad en la centuria precedente, como el colonialismo, las dos guerras mundiales, Hiroshima o los viajes a la Luna. Para el autor, el teatro es una importante forma de arte, a menudo menospreciada porque proporciona entretenimiento, pero que fundamentalmente tiene la capacidad de reunir a las personas. "Hoy en día hemos perdido los rituales", explica, y defiende que el teatro es una de las pocas experiencias que evocan ese carácter.

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