El 'asesino de Dios'
'Killer 7' es una arriesgada apuesta en la que se controla la mente de un mortífero verdugo en su última misión
Harman Smith, más conocido como el asesino de Dios, inmóvil, viejo, achacoso y aparentemente caduco, domina desde su silla de ruedas al grupo de sicarios más eficaz de la historia: el Sindicato. Todos ellos son en realidad Harman, gobernados a su vez por el jugador. Atmósfera a lo Sin City, sobriedad de escenarios que a su vez adquieren el atractivo de un diseño único, una obra de arte minimalista.
Hiroyuji Kobayashi, último responsable de Killer 7, no es Quentin Tarantino, aunque podría tratarse de su álter ego oriental. Este producto alternativo, adulto, repleto de violencia, sexo, un indudable estilo personal y con un profundo guión, bien podría haber salido de la mente del director norteamericano.
'Killer 7'
Desarrolla: Grasshopper
Distribuye: Electronic Arts
Plataforma: GameCube, PlayStation 2
Género: Acción
Recomendado: Mayores de 18
Precio: 45 euros.
Internet: www.capcom.co.jp/killer7/
Pero semejante explosión de creatividad cojea doblemente en España. Primero, por un sistema de control tan ingenioso que se hace incómodo, cuando lo que se lleva es la libertad de movimiento. Este problema es internacional. Aquí, además, hay que consumirlo en versión íntegra en inglés, sin subtítulos en castellano. Pocos podrán entrar en este compacto en que la madeja de historias cruzadas es parte fundamental para dar sentido al baño de sangre.
El último encargo recibido por Harman Smith consiste en terminar con la organización Heavenly Smiles, dirigida por el peor enemigo de Smith, Kun Lan, en otro tiempo inseparable compañero de aventuras. Heavenly Smiles está atemorizando a los gobiernos con sus terroristas suicidas.
La sangre tiene una doble función en Killer 7: estética y práctica. A base de recoger plasma, los personajes recuperan la vida que han perdido en las peleas contra los Smiles; pero además se puede acumular. Con una determinada cantidad en las probetas sirve para aumentar el nivel de los personajes, con lo que serán capaces de resistir más, ser más incisivos en sus ataques e incluso adquirir habilidades especiales.
El desarrollo transcurre entre habitaciones, que suelen requerir una carga desde el disco del juego, y sólo es posible avanzar por el trazado marcado.
Como si fuera un coche de Scalextric, el personaje sigue adelante o retrocede pulsando un botón, cuando lo habitual es hacerlo con la palanca o la cruceta de dirección. Esta acción transcurre desde una vista en tercera persona. En cuanto un crujido, una carcajada de ultratumba, evidencia la presencia de enemigos, hay que pasar al modo subjetivo.
Ya en primera persona y pulsando el gatillo izquierdo se escanea el escenario y los Smiles se sintetizan ante el personaje, momento en el que hay que actuar antes de que ellos consigan ejecutar su abrazo mortal. Sólo en algunos momentos se permite elegir la dirección de avance para resolver los puzzles que ofrece Killer 7. Esta rigidez persigue conseguir una fractura artística en cada fotograma, aunque vaya en detrimento de la jugabilidad. Killer 7 es distinto y merece ser probado.
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