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La 'doble muerte' de 29 reses de origen incierto que llegaron al consumo

El 17 de mayo pasado, un juzgado de Vitoria condenó al ganadero Eduardo Quintana Sáenz, padre del veterinario y gerente de Abeltzain José Fernando Quintana por dos delitos: falsificación de documento público y estafa. La pena fue de seis meses de prisión e inhabilitación por cada delito, sustituida por sendas multas que suman 1.620 euros. Más allá del fallo, el contenido de de la sentencia y de las declaraciones de los diferentes testigos permite conocer mejor el caso.

¿Por qué se condena a Quintana? La respuesta está en los hechos probados. Hay 29 animales que entre enero de 2000 y septiembre de 2001 murieron por segunda vez, incluso uno lo hizo tres veces. Como la ciencia aún no ha logrado encontrar el camino a la resurrección, la explicación es que tenían duplicado el DIB (Documento de Identificación Bovino) y el crotal (pendiente que llevan en las dos orejas los animales con un número igual al del DIB y que les identifica de por vida). Por las 29 reses se cobró el seguro al darlas por fallecidas y, posteriormente, todos fueron sacrificadas en los mataderos de Durango y Vitoria y acabaron en la mesa de algún ciudadano. De estos animales se desconoce su origen, su estado sanitario y su edad.

"No existen indicios para sospechar que hubo irregularidades en la identificación", aseguró Diputación

¿Cómo pudo este ganadero de avanzada edad duplicar la documentación y la identificación? La sentencia no lo dice, ya que se adoptó por conformidad de las partes, tras devolver al seguro los acusados las indemnizaciones cobradas fraudulentamente. La defensa de los acusados, la Fiscalía y la acusación particular llegaron a un acuerdo previo, se lo presentaron al juez en el juicio oral y éste le dio forma de sentencia.

En el proceso había inicialmene cuatro imputados: José Fernando Quintana, veterinario habilitado, gerente de Abeltzain e hijo de Eduardo, su compañera sentimental, María Aranzazu Zúñiga, y su cuñado, Luis Javier Chasco. Todos estaban acusados de estafa, falsificación de documento y delito contra la salud pública. Los dos primeros delitos son cosa juzgada y están archivados, tras la condena de Quintana padre es el único condenado. El último delito quedó sobreseído provisionalmente.

Uno de los testigos fue Javier Lauzurica, técnico veterinario de la Diputación de Álava. Bajo promesa de decir la verdad, al ser preguntado sobre una "explicación razonable" a las coincidencias de crotales de animales muertos en explotación y cobrados al seguro y otros que posteriormente fueron sacrificados en el matadero, desechó cualquier posibilidad o sospecha de manipulación. Lauzurica justificó su conclusión en investigaciones exhaustivas en las cuatro explotaciones ganaderas afectadas. Concluyo que la información "dada" al seguro era "errónea". Justo lo contrario de lo que reconocen las partes en los hechos probados.

Esta declaración se completa con el informe al juzgado del Servicio de Ganadería de Álava, con firma de su jefe, Florencio Beltrán de Heredia. Asegura dicho documento que no hay constancia informática de un doble registro de baja (muerte); algo que además no permite el sistema. También señala el informe que el sistema informático da prioridad a la información que llega del matadero sobre otro tipo de bajas. Y asegura que sólo desde mediados de 2001 queda constancia documental exacta de las muertes producidas en las explotaciones.

El último punto del informe dice: "No existen indicios para sospechar que hubo irregularidades en la identificación ni en la documentación (...), por lo que no procede dudar de la trazabilidad de ninguno de ellos, ni de la acción fraudulenta de sus propietarios, ni del posible riesgo para la salud humana derivada del consumo". Lauzurica en su declaración, además de defender el buen funcionamiento del sistema, reconoce que los veterinarios habilitados pueden introducir la información que quieran en el Servicio de Ganadería. Beltrán de Heredia en conversación con este periódico aseguró hace diez días que los veterinarios de Abeltzain descargan toda la información de sus ordenadores a diario. Quintana hijo cuenta con uno de estos ordenadores para su trabajo.

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