Pol Bury, pintor y escultor
La muerte ha atrapado a Pol Bury a los 83 años. En París, en el hospital. Había nacido en 1922, en un pueblecito del sur de Bélgica y en su país natal siguió el aprendizaje de Bellas Artes. La guerra de España le reveló la dimensión política de la creación y, entre 1939 y 1945 intentó conciliar el surrealismo y el comunismo. En esa época Bury se interesa mucho por las formas de Yves Tanguy y la poética y el humor de René Magritte, al que siempre permanecerá próximo. Durante la II Guerra Mundial participa en los movimientos de Resistencia contra los nazis y deja de pintar. "El trabajo de seguir en vida ocupaba días y noches", explicaba. Entre 1948 y 1951 participa de la experiencia del grupo Cobra y se interesa por la abstracción, lo que le vale la excomunión de sus antiguos amigos surrealistas.
Descubrir la obra de Calder o de Miró hará que el formalismo de Bury se agriete, que el humor salga a la superficie y que por fin pueda lograr su deseo de "pintar cuadrados sonrientes", algo que nunca estuvo al alcance de otro de sus artistas admirados, Mondrian. Gracias a Calder se lanza a la construcción de móviles, deja los pinceles y se atreve a jugar con la ocupación del espacio tridimensional con una serie de trabajos muy influidos por el llamado "arte cinético". Un pequeño motor eléctrico, acoplado a sus formas, les asegura un movimiento majestuoso. Durante la década de los sesenta flirtea con el op art, pero logra salir con bien de tan peligrosa relación gracias a su interés por trabajar con nuevos materiales. El metal -pronto será un brillantísimo acero inoxidable- sustituye la madera y se pone en contacto con el agua. En 1969 una universidad americana, la de Iowa, le encarga una fuente monumental. Es su primer gran encargo en Estados Unidos, país que, desde 1965, se ha convertido en el principal comprador de su obra.
Esferas en movimiento, muy lento, a veces a favor de la corriente del agua, a veces a contracorriente, no siempre moviéndose al unísono, se transforman en la marca de fábrica de Pol Bury, que parece querer así dar vida y movimiento a las misteriosas bolas metálicas que pueblan tantas telas de Magritte. La fundación Maegth de Saint-Paul de Vence también le encargó una fuente monumental y en los jardines del Palais Royal de París, junto a las muy polémicas columnas de Daniel Buren, están las relucientes esferas inoxidables de Pol Bury que flotan sobre un espejo de agua. Todo un clásico de la modernidad.-
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