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Crónica:FÚTBOL | Liga de Campeones
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Villarreal se queda a medio camino

El conjunto de Pellegrini no encuentra su juego en París y empata tan sólo ante el entusiasta Lille

El Villarreal no encuentra su fútbol. Por mucho que su entrenador busque fórmulas nuevas. Como la de ayer, en la que empleó a tres atacantes permanentes. Sin éxito. No hallaron la manera de hincar el diente a un rival entusiasta y atlético, jovencísimo, con una media de 21 años, pero sin clase. Ésa que le sobró al Villarreal el curso pasado. No en éste. Tal vez porque la lesión de tobillo de Riquelme le ha restado la finura que tenía. O tal vez porque Figueroa y, sobre todo, Forlán han perdido de repente el gol que llevan dentro. Y eso se manifiesta en cierta tristeza que acompaña al resto del equipo amarillo, que se caracterizó fundamentalmente por la alegría de su juego. El resultado fue un partido desangelado en el que tampoco acompañó la frialdad del monumental Stade de France, en París, que estaba a medio llenar. Un empate, en fin, ante el teórico adversario más débil confirma las dificultades que está atravesando el cuadro de Pellegrini en este arranque de la temporada, en el que no ha marcado, por cierto, en sus dos citas de la Champions. La buena noticia, en todo caso, fue mantener la portería a cero, que no es poco para un equipo demasiado vulnerable en las últimas jornadas.

LILLE 0 - VILLARREAL 0

Lille: Sylva; Lichsteiner, Plestan, Rafael, Tafforeau; Debuchy, Makoun, Bodmer (Dumont, m. 46), Acimovic (Dernis, m. 84); Odemwingie y Moussilou (Fauverg, m. 73).

Villarreal: Viera; Krompkamp, Quique Álvarez (Gonzalo, m. 55), Peña, Arruabarrena; Josico, Tacchinardi, Sorín (Senna, m. 46); Riquelme; Lucho Figueroa y Forlán (Guayre, m. 83).

Árbitro: Peter Fröjdfeldt (Suecia). Amonestó a Arruabarrena, Tacchinardi y Rafael.

Unos 35.000 espectadores en el Stade de France, de París.

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Riquelme es el rey en el Villarreal. Anoche, Pellegrini dibujó una alineación para que el as argentino se sintiera en su salsa. El técnico chileno apostó prácticamente por un 4-3-3, con Riquelme alentando a los dos delanteros, Forlán y Figueroa. Se trataba de que lanzara a dos rubios suramericanos. Sin ni siquiera tener la obligación de bajar cuando perdiera el balón, pues de eso se encargaba uno de los dos atacantes. Ése es el trato reverencial que recibe el talento de Riquelme en el Villarreal. Claro que después se le exige mucho: que desnivele los partidos con un pase de gol o un disparo lejano. En ambas obligaciones anduvo cerca, pero primero se le escapó por un palmo un tiro enroscado de falta y después Figueroa cruzó demasiado un delicioso pase del jefe.

Así, pues, el centro del campo del Villarreal sólo contaba de manera permanente con tres huéspedes, Josico, Tacchinardi y Sorín, lo que no deja de ser una novedad para una zona que suele estar tan poblada. Y, sí, el mediocentro italiano cumplió en su misión de cortar y dar la pelota a Riquelme a la mayor brevedad posible. Pero estaba claro que Sorín, con molestias en los isquiotibiales, no fue tan bullicioso como de costumbre. Y Josico, enviado a la derecha, recibió un tremendo costalazo de Bodmer y anduvo convaleciente. De modo que, en el descanso, Senna ya estaba calentándose para entrar por Sorín.

El Lille decidió jugar a la contra, confiando en la velocidad de sus dos delanteros, Odemwingie y Moussilou, cosa seria. Sobre todo, este último, potente, hábil y tenaz. Por algo marcó 16 goles en la pasada Liga francesa. Los centrales amarillos, Quique Álvarez y Peña, sabían que no podían ni pestañear. Lo hicieron al comienzo de la segunda parte y Odemwigie envió una trallazo a la cruceta después de un sinfín de regates que precedieron a la sustitución de Quique Álvarez, que se marchó cojeando, por Gonzalo.

El Villarreal mejoró tímidamente con la entrada de Senna. Al menos, en el tránsito del balón por el centro del campo. Dio la sensación de ser muy superior a su rival, de ir ganando el partido a los puntos, pero sin conseguir hallar la llave mágica, el golpe definitivo. Riquelme erró pases que no suele errar y dio cabezazos de enfurruñamiento. Además, corría el peligro añadido de ser noqueado en algún contragolpe del atlético conjunto francés. Ni una cosa ni otra. Ni siquiera la entrada postrera de Guayre, demasiado tardía quizás, dio al Villarreal el aire que necesitaba. Se quedó a medio camino.

Riquelme intenta superar a Debuchy.
Riquelme intenta superar a Debuchy.ASSOCIATED PRESS

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