España despega como un cohete
Navarro capitanea un triunfo abrumador sobre una gris Serbia en una completísima actuación española
La selección despegó como un cohete, con tanta fuerza que dejó congelada a Serbia, el anfitrión y favorito del campeonato. Nada ni nadie pudo resistirse al recital de Navarro, autor de 27 puntos, perfectamente acompañado por todo el equipo en una de las actuaciones más completas que se le recuerdan al equipo español.
SERBIA 70 - ESPAÑA 89
Serbia: Jaric (0), Bodiroga (9), Gurovic (12), Milojevic (2) y Rebraca (6) -cinco inicial- Avdalovic (2), Scepanovic (6), Rakocevic (20), Radmanovic (7), Tomasevic (0), Krstic (3) y Milicic (3).
España: Calderón (17), Navarro (27), Vidal (7), Garbajosa (5) y Reyes (9) -cinco inicial-, Rudy Fernández (9), Iturbe (0), Cabezas (0), Jiménez (0), Rodríguez (0), De Miguel (14) y Fran Vázquez (1).
Árbitros: Drabikovsky (Ucrania), Sudek (Eslovaquia) y Okrimenko (Rusia). Expulsaron por faltas a Krstic.
Unos 7.000 espectadores en el pabellón Vojvodina Center.
4º CUARTO 14-19
3º CUARTO 26-27
2º CUARTO 17-22
1º CUARTO 13-21
La selección despegó como un cohete, con tanta fuerza que dejó congelada a Serbia, el anfitrión, el equipo que asusta con sólo repasar su plantilla y favorito del campeonato. Nada ni nadie pudo resistirse al recital de Navarro, autor de 27 puntos, perfectamente acompañado por todo el equipo en una de las actuaciones más completas que se le recuerdan al equipo español. En un partido de palabras mayores, la demostración llegó a extremos impensables, con un baile como remate, ante todo un campeón del mundo. La abrumadora victoria constituye una magnífica noticia para el baloncesto español y también para un equipo que necesitaba un espaldarazo, teniendo en cuenta las fundadas dudas que puedan existir por la ausencia de Pau Gasol
El talento de Navarro desahogó los primeros minutos, tensos de tanto trajín defensivo que cada canasta se cantaba como un gol. Obradovic no llenó el campo de gigantes. Tal vez temía los estropicios que podía causar Garbajosa. El seleccionador serbio prefirió alinear a Milojevic, un pívot de dos metros justos, y llegar al aro español por caminos que nunca encontró su equipo. La defensa española pasó por casi todas las páginas del manual y desconcertó el ataque de Serbia.
Navarro es un jugador atípico. Parece que, cuanto más difícil está la cosa, mejor para él. Su capacidad resolutiva es escalofriante. Desespera al rival más pintado. Rebraca, Milojevic, al final casi todo el equipo serbio se plantaba en el interior de su zona a la expectativa del momento en que llegara Navarro. Pero cuando le sacaban el brazo, cuando intentaban taponarle y cortarle de una vez por todas las alas, él, con un escorzo, sacando el brazo desde un lado, elevaba el balón y le daba esa parábola que algún día alguien bautizó como "la bomba". La bola de manera indefectible, desesperante para el equipo serbio, caía en el cesto. España iba poniendo tierra de por medio, se iba por siete, por diez puntos (18-28), llegaba a los trece en el descanso (30-43), a los 15 poco después (37-52). España llegó con tanta superioridad al último cuarto (56-70), que tuvo suficiente con administrar la ventaja, que no es poco, algo que en infinidad de ocasiones no ha sabido hacer. Ayer sí. Es más, amplió la ventaja ante un rival al que se le hizo insoportable el castigo.
Obradovic no encontraba revulsivo en el banquillo. Muy gris Bodiroga y desparecido en combate Jaric, Serbia sólo pudo mantener alguna remota esperanza con contados contraataques y triples de Avadalovic, de Rakocevic y en la segunda parte de Scepanovic. Pero respondieron de una manera fulgurante, sin el menor asomo de duda, Navarro, Rudy, Felipe Reyes, que se incorporó a la fiesta ofensiva en la segunda parte, y hasta De Miguel. A la fiesta de Navarro se añadieron en cadena Vidal, Rudy Fernández, que obtuvo tres canastas tan fantásticas que hasta más de un seguidor serbio las aplaudió con admiración, y por supuesto Calderón. El base que el año próximo vestirá la camiseta de los Raptors de Toronto, llevó al equipo con la apropiada mezcla de pausa y nervio que requería cada acción. Llegó a desquiciar a Jaric, el base serbio que lleva ya varios años en los Clippers.
Calderón transmite un espíritu de juego batallador y a la vez optimista. Es una virtud que no se traduce en la estadística pero que le va fenomenal a un equipo necesitado de una defensa a destajo y que palia su inferioridad en centímetros a base de un esfuerzo adicional por la caza de cada rebote. Esa vitalidad, ese espíritu optimista que contagia el juego de Calderón, de Navarro o de Rudy le va de perlas a un equipo con las costuras muy bien pegadas por Garbajosa, Jiménez, Felipe Reyes y De Miguel, los tipos que rebotean, cierran líneas de pases y aportan la consistencia indispensable para que puedan encenderse las luces en ataque. Ayer, nadie se acordó de la ausencia de Gasol, que lo debió pasar en grande como comentarista del partido por televisión. No podía producirse mejor noticia en un estreno tan esperanzador.
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