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El teólogo Cardenal denuncia los eufemismos para referirse a la injusticia

El congreso de la Asociación Juan XXIII hará un mensaje sobre cristianismo y violencia

Igual que a los barrenderos se les llama ahora oficiales de la limpieza, y trabajadoras del sexo a las prostitutas, las palabras opresión, injusticia o imperialismo están escamoteadas en el vocabulario políticamente correcto. Hoy, a los pobres de la tierra se les llama "clases menos favorecidas". El teólogo Rodolfo Cardenal, de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas de El Salvador, reclamó ayer llamar a las cosas por su nombre "para recuperar la tragedia y la memoria de las víctimas".

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Sobrino de los sacerdotes Fernando y Ernesto Cardenal, los revolucionarios nicaragüenses, el teólogo Rodolfo Cardenal recuperó ayer el lenguaje y la memoria de la Teología de la Liberación en la tercera jornada del congreso de la Asociación Juan XXIII, que se clausura hoy. Dijo: "La recuperación de la tragedia de las víctimas exige recuperar, simultáneamente, el lenguaje de injusticia y justicia, que también ha sido relegado, junto con ellas, y ha sido sustituido por una terminología que suaviza esa tragedia. Hoy se habla más de 'países emergentes', o de 'clases menos favorecidas'. Al rescatar el lenguaje de injusticia y justicia, se recuperan los conceptos opresión y liberación, imperialismo y libertad, pecado y gracia, profetismo y utopía. Ignacio Ellacuría llamó a este proceso de recuperación revertir la historia desde abajo, desde los pobres y desde las víctimas".

A modo de recapitulación, Cardenal refrescó la memoria a los reunidos: en el continente latinoamericano (incluido el Caribe), cada año son asesinadas entre 110.000 y 120.000 personas, y en más de 10 países, la tasa de homicidios por 100.000 habitantes es superior a los dos dígitos.

Continente pobre y violento

"Esta realidad violenta configura a las sociedades latinoamericanas, en mayor o menor medida, sin duda, pero es imposible obviarla. Hoy sólo se habla de la violencia que produce el mundo islámico fanático u otras formas de terrorismo, también fanático. Las otras violencias son condenadas al silencio. Las víctimas son consideradas, cuando lo son, como un subproducto inevitable y, sin duda, incómodo, pero con el cual hay que aprender a convivir", añadió.

Lo cierto es que América Latina ya no es sólo un continente pobre, sino que también es un continente violento. En la raíz de esa violencia está la injusticia, aunque, como dijo Cardenal, "nunca falta quien objete que el desarrollo del capitalismo actual, en concreto sus modalidades de la globalización y la democracia, es un punto de inflexión para la superación de los problemas estructurales de Latinoamérica. Por tanto, las transformaciones radicales y la teología de la liberación serían propuestas obsoletas. El radicalismo de los cambios socioeconómicos y de la teología de la liberación serían cosa del pasado, una etapa de revoluciones sociales ya superada".

Rodolfo Cardenal advirtió de la consecuencia de esa interesada teoría. "América Latina, Centroamérica y El Salvador, en concreto, han desaparecido de los medios de comunicación", dijo. Todo ello a pesar de la existencia de millones de latinoamericanos que viven en la pobreza, y de que un tercio de los niños padece allí desnutrición.

¿Cómo juzgar esta desigualdad creciente y la violencia social que se extiende de forma imparable? "Mientras haya pobres, excluidos y víctimas, hay obligación ética y evangélica de luchar para liberar la historia de estos males, que, desde la perspectiva del evangelio, son pecado. En la última década, la violencia ha adquirido proporciones escandalosas, tanto que los especialistas la consideran ya una epidemia, es decir, una cuestión de salud pública", dijo Cardenal.

"La violencia a la que me refiero no obedece a motivaciones patológicas, propias de individuos, sino que es un fenómeno social, creado por los seres humanos y resultado de un determinado orden establecido, que no sólo impone patrones violentos de conducta, sino que también le proporciona una justificación", concluyó el teólogo.

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