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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Adiós íntimo a Clavé

Antoni Clavé murió en Saint-Tropez el martes 30 de agosto y fue enterrado en París, en el cementerio de Montparnasse, justo enfrente de la tumba de Constatin Brancusi, el martes 6 de septiembre, después de una extraña ceremonia en la iglesia de Notre Dame des Champs. Fue extraña porque el sacerdote no parecía saber a quién enterraba, porque no hubo misa ni comunión, porque ningún amigo evocó la figura del artista desaparecido. Todo transcurrió en medio de una gran frialdad y desorientación, como un trámite. Y lo cierto es que los amigos estaban ahí: de Pierre Daix, biógrafo de Picasso y estudioso de Clavé, a Lluís Permanyer, escritor y periodista que le conoció bien y que pronto ha de publicar un libro sobre el personaje y su obra.

Fue una ceremonia desangelada, pero quienes asistieron al entierro de Antoni Clavé en París conocían bien su arte

Nada más manido que las consideraciones sobre la incapacidad de los laicos para despedir a quienes se van. En París la incapacidad patética era del pobre oficiante que, sin las agarraderas del rito, no sabía qué hacer ni qué decir. Meses antes, en el último adiós a Susan Sontag, los amigos de la escritora sí supieron qué hacer, cómo rendirle homenaje. Bastaron unos poemas y una flauta en medio de las sepulturas, Baudelaire y Debussy, para fijar el tiempo y poner en marcha la memoria.

Todos los que le conocieron bien hablan de la modestia de Clavé, de su poco interés por el protocolo y los honores oficiales. Sin duda le habría emocionado ver los ojos enrojecidos de sus nietas, descubrir entre los ramos de flores uno que llevaba la bandera catalana y otro que conjugaba los colores de la republicana. Y descubrir entre los asistentes a François Pinault, el principal coleccionista francés de arte contemporáneo, amigo y admirador de Clavé, un bretón que acaba de comprar el Palazzo Grassi, en el Gran Canal de Venecia, para instalar ahí los objetos preciosos y extraños que su condición de industrial de la madera, la cultura y el lujo le ha permitido atesorar a lo largo de los años.

Clavé nació en Barcelona, en 1913. Una delegación del Instituto de Cultura de la ciudad estaba ahí para recordarlo. Era catalán aunque "no pertenecía a su generación porque, simplemente, cuando tenía 23 años, la guerra le apartó de ella", ha escrito Pierre Daix, para quien Clavé "no era de la escuela catalana y mucho menos aún de la pretendida escuela de París. Lo pagó caro pero se transformó en Clavé". La consejera de Cultura, Caterina Mieras, acompañada de Daniel Giralt-Miracle y de la delegada del Gobierno de la Generalitat en Francia, también acudió a Notre Dame des Champs y al cementerio porque sabe que ya es hora de que nuestras instituciones agradezcan a las figuras más ilustres del exilio no sólo lo que hicieron por mantener viva una continuidad, sino también porque todos somos herederos del desastre de 1939. A Clavé le supuso alejarse del país y del mundo en el que comenzaba a abrirse paso, tener que comenzar de nuevo y tener que hacerlo después de pasar por los campos de Prats de Molló y Perpiñán. Un amigo pintor, Martin Vives, le sacó de entre las alambradas, y luego otros muchos, nuevos, encontrados en París, le ayudaron a convertirse en un gran ilustrador, formidable figurinista y decorador, escultor de técnica innovadora y, finalmente, pintor, algo que costaba mucho de admitir a quienes sólo le reconocían talento si éste era instrumental, aplicado. Un cineasta, el documentalista Jorge Amat, ha filmado en dos oportunidades, con 15 años de diferencia entre una y otra película, al artista trabajando, haciendo realidad aquel reproche que le hizo Picasso ante tanta actividad: "Te cansas demasiado, Antoni".

El diario Le Monde, en su necrológica, recordaba que la última gran exposición de Clavé en Francia databa de 1978, "pero gracias a algunos coleccionistas eminentes que siguen su trabajo desde hace tiempo es posible imaginar una próxima retrospectiva que permita tener una visión de conjunto de una obra poco vista en su totalidad". Y esa posibilidad debería materializarse en la sede de la delegación de la Generalitat, que sería así la primera en reparar ese desconocimiento, pues para el próximo mes de abril, con la colaboración de amigos, coleccionistas y familiares de Clavé, espera presentar una buena exhibición clavetiana en sus flamantes espacios de exposición, recientemente ampliados y con un indudable carácter de vitrina catalana en París.

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Joan Gaspar y su esposa evocaron un momento el vacío que se hizo a Clavé en España durante el aznarato, los desplantes de que fue objeto por parte del Reina Sofía, atrapado el director del museo por una lógica cortesana y un miedo cerval a cualquier patinazo político, pero todo quedó borrado, por unos instantes, por el cielo azul, el sol entre hojas que apenas amarillean, la brisa suave y el rumor lejano de los coches. El cementerio de Montparnasse, en plena ciudad, relativamente pequeño, sólo con tumbas en el suelo, un apacible lugar de muerte, servía de lugar de encuentro y reencuentro de personas dispuestas a mantener viva la obra de Clavé.

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