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Crítica:Nederlands Dans Theater
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Belleza de conjunto

Estrenada en 1998 en La Haya, One of a kind parte de un encargo del Ministerio de Asuntos Exteriores para el 150º aniversario de la Constitución holandesa. Jiri Kilian se quedó con la primera frase de la Carta Magna, la que trata sobre los derechos y libertades del individuo. La fuerza expresiva de cada intérprete, su singularidad al servicio de un conjunto homogéneo y extraordinariamente bello. Una homogeneidad y una individualidad manifiestas en el vestuario, el mismo estilo y las mismas texturas a favor de los rasgos de cada bailarín.

No hay más pistas para seguir el montaje, ni falta que hacen. Las siempre elegantes evoluciones de los bailarines llenan junto a la música -varias composiciones apoyadas en directo por el violonchelo de Matthew Barley que van desde Brett Dean a John Cage, pasando por Benjamin Britten- los 70 minutos de la pieza. Dividida en tres partes diferenciadas entre ellas por los pocos pero poderosos elementos escenográficos, One of a kind es un ir y venir de sus componentes, una búsqueda incesante de cada uno de ellos por separado y en relación con los demás, una marea de movimientos precisos y potentes que se desarrollan con soberbia fluidez y suavidad.

One of a kind

Nederlands Dans Theater. Coreografía: Jiri Kilian. Violonchelista: Matthew Barley. Escenografía: Atsushi Kitagawara. Iluminación: Michael Simon. Vestuario: Joke Visser. Gran Teatre del Liceo. Barcelona, 3 de septiembre

Natasa Novótna inicia su camino individual sobre una pasarela tendida sobre el foso de los músicos con unos personalísimos movimientos de los que parecen brotar las notas del violonchelo. Sobre el escenario, la siguen los solos de otras cuatro bailarinas, que entran posteriormente en diálogo con los bailarines y a partir de ahí el espacio para la evocación está servido.

La segunda parte nos traslada a otro espacio abstracto en el que los intérpretes se ven acechados por un inmenso cono que cae sobre ellos y por la silueta de un cuadrado que se abre al fondo del escenario. Hay algo de peligro y de lucha en las frases que intercambian. Ya en la tercera, ese peligro se materializa en una jaula de haces de luz primero sustituidos por una cortina a la que le sigue otra que cae a modo de telón, creando un hipnótico efecto óptico. La iluminación juega un papel tan importante como la escenografía, que depende en gran parte de ella.

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