Locura amarilla 12 años después
No hay metro cuadrado en Cádiz sin un símbolo amarillo. Pulseras en las muñecas, jóvenes con camiseta, coches con escudo, bares con una bandera. La afición vive enfebrecida el regreso de su equipo a la Primera División tras 12 años de ausencia. La cita ante el Madrid se vive en la ciudad como una auténtica fiesta.
Una generación huérfana de fútbol de máxima categoría impulsa la nueva corriente que ha llevado al club a salir de una situación en la que no hace mucho se estuvo a un paso de la Tercera División. La afición por el Cádiz ha desbancado a la división tradicional entre madridistas y barcelonistas. La apostasía ha sido radical. Las camisetas blancas y azulgranas se han escondido en lo más hondo de los armarios. Todo es amarillo. El Cádiz es uno de los equipos en el que más han crecido los ingresos en concepto de marketing.
El encuentro de esta tarde será un gran estreno. El nuevo estadio Ramón de Carranza se presenta ante el mejor rival posible. Son los últimos retoques de la primera fase de una instalación que ya presentaba achaques a sus cincuenta años de vida. El próximo paso ya está en estudio, se ampliará la capacidad y se construirán más de 20.000 metros cuadrados de oficinas y locales comerciales. Hasta ayer aún se oían en el recinto los martillazos que apuntalaban los últimos detalles de la obra.
Se limpiaban los asientos, se colocaban los nuevos banquillos, se adecentaba el palco de autoridades con el olor aún a pintura fresca. La afición también se acicala para la cita. Se preparan mosaicos especiales. Uno de ellos repasará en cinco grandes paneles la historia del equipo desde que desapareció de los boletos de las quinielas en el año 1994. Un puesta en escena con su pincelada didáctica.
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