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La última de Ronaldinho

El brasileño del Barça ofrece un repertorio de regates en la Supercopa

Jordi Quixano

Más que en extinción, es una raza de futbolistas que se prodiga poco. Son jugadores que, además de jugar para ganar, saltan al campo con la intención de divertirse y divertir. Inventiva combinada con habilidad de piernas y cintura, depurada técnica y rapidez en la ejecución, derivan en regates inéditos, espectaculares, únicos. Y Ronaldinho pertenece a esa clase de futbolistas, los que día a día demuestran que el fútbol no es sólo táctica, sino también técnica. En la vuelta de la Supercopa ante el Betis, obsequió al público del Camp Nou con una de sus obras de arte.

El astro brasileño, mediada la segunda parte, se detuvo cerca del banderín del córner, esperó a que la impaciencia pudiera con Castellini y, cuando el lateral le entró, adelantó su pierna izquierda para, con la derecha, improvisar el novedoso regate. O, lo que es lo mismo, controló el esférico con el interior del pie y, sin perder contacto con el balón y con la pierna izquierda por delante, regateó al jugador con el exterior del pie derecho. A Ronie no le salió el regate perfecto, porque no fue del todo limpio, y permitió a Castellini corregir su trayectoria. Aunque tampoco perdió la pelota. Pero después de muchos años, Ronaldinho volvió a enseñar el dribling que inventó -o fue el primero en hacerlo en la Liga española- su compatriota Juninho Paulista con el Atlético de Madrid. También probó, sin resultado, una ruleta al estilo de Zidane y una tijereta dentro del área, a centro de Oleguer. Ronaldinho, así, con un nuevo repertorio de fintas, recortes y triquiñuelas, demostró que volverá a dejar boquiabierto al aficionado culé durante la temporada. "Me he sentido muy fino, cómodo y con ganas de probar cosas", argumentó con una sonrisa de niño después de ducharse y haber alzado la Supercopa.

La espaldinha ante el Murcia, la elástica contra el Zaragoza, el sombrero de espaldas al jugador frente al Osasuna o el triple sombrero a otro zaguero del Athletic, la temporada pasada, son regates que ha patentado Ronaldinho en España. También ha deleitado en el Barça con sus pases ciegos y croquetas estilo de Laudrup, bicicletas de Figo, vaselinas y rabonas de Romario, tijeretas como Hugo Sánchez (Huguina)... Pero en Brasil, con la zamarra del Gremio ante el Internacional y cuando apenas contaba con 19 años, regaló a los ojos del espectador uno mejor, la continuación del regate a Castellini: los mismos movimientos que Juninho pero acabados con un sutil toque de rabona para llevarse el balón con el pecho y zafarse del defensor.

Los compañeros de Ronaldinho en el Barcelona, sin embargo y después del partido ante el Betis, se preocupan por su salud; muchos defensas no aguantan este tipo de virguerías, de desafíos que entienden como mofas o humillaciones. A Robinho, por ejemplo, un árbitro brasileño le amonestó por entender que se mofaba del contrario. A veces, además, Ronaldinho peca en exceso de retener el balón, de protegerlo. Otro motivo por el que el delantero brasileño acaba los partidos con unas moraduras extras. "Hay que cuidarlo, no sólo los compañeros para que juegue alegre, sino también los rivales y los árbitros", explica Edmilson. "Ronaldinho nunca se tira al suelo por lo que, al menos, podrían pitarle las faltas que le hacen", argumenta Márquez, no sin antes añadir: "De lo contrario no es bueno para su salud, el juego y el espectáculo". Y Deco incide: "El problema es que este árbitro -Undiano Mallenco- era muy malo".

El Barça, en cualquier caso, ha encajado dos goles después de dos jugadas en las que Ronaldinho perdió la pelota en una acción que el jugador interpretó como falta y el colegiado no.

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