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CULTURA Y ESPECTÁCULOS

De capitán de caballería a cantante triunfal

James Blunt se convierte en el fenómeno musical del año en el Reino Unido con sus canciones de amor total

Diego A. Manrique

Parece el sueño húmedo de cualquier departamento de marketing discográfico. James Blunt es apuesto, escenifica sentimientos ultrarrománticos y tiene una historia interesante detrás. No hay medio que se resista al cuento de hadas del capitán de caballería transformado en cantante triunfal, cuyo debut amenaza con superar las ventas del último disco de Coldplay: Blunt lleva seis semanas en el número uno tras haber despachado 1.200.000 copias en las tiendas británicas. Aunque hay zonas oscuras en la bonita película que nos venden: se difunden fotos de Blunt subido a un tanque en Kosovo y se obvia que -según la revista profesional Music Week- fue descubierto en Irak o que pasó una tranquila temporada en la guardia montada de Isabel II.

Blunt (Hampshire, 1977) es más misterioso de lo que parece. Explica que terminó en el Ejército por tradición familiar, aunque también argumenta que lo suyo no era vocacional: trataba de beneficiarse de las becas universitarias a las que tienen acceso los militares profesionales; confiesa a continuación que su intento de estudiar aeronáutica fue un fracaso. Le salvó la guitarra, que viajó con él a diversos destinos en tres continentes. Llamó la atención de un manager estadounidense que le convenció para que colgara el uniforme llevándosele a un cónclave de la industria musical en Austin (Tejas), donde le fichó la compositora y productora Linda Perry para su sello, Custard Records. Perry, que ejercía de lesbiana militante al frente del grupo 4 Non Blondes, ahora confecciona éxitos para escandalosas vocalistas como Pink o Christina Aguilera y advirtió inmediatamente el potencial de Blunt como artista para el público femenino. Le puso en manos de Guy Chambers y otros autores todoterreno, para que pulieran su frágil repertorio, y supervisó lo que sería su estreno, Back to Bedlam, grabado en Los Ángeles.

Fuera de Estados Unidos, Linda Perry colocó a su nuevo artista en Atlantic Records. En el Reino Unido, se dio prioridad al boca a boca -"¿has escuchado a ese capitán que canta?"- antes de entrar en campañas publicitarias. Se fogueó como telonero de Katie Melua y Elton John, ante públicos tolerantes. Dado que la voz de Blunt choca en primeras escuchas, se enfatizó su romanticismo y su físico: el vídeo de su tema principal, You're beautiful, es esencialmente un strip-tease en una costa nevada, que termina cuando Blunt vacía los bolsillos de su pantalón vaquero y se lanza al mar.

La letra de You're beautiful es la crónica de un fugaz flechazo: en el metro, el protagonista contempla a una chica acompañada y se emociona cuando se cruzan sus miradas, aunque sabe que seguramente no se volverán a ver. En disco, Blunt es un Jeff Buckley sin pretensiones, un Hugh Grant con guitarra: el hombre enamoradizo que confiesa sonrojado sus carencias, reconociéndose "hueco" cuando tiene que despedirse de la mujer que soñó como madre de su hijo (Goodbye my lover). Las canciones que redondean su personaje público están hacia el final del CD: No bravery es su amarga reflexión sobre las guerras balcánicas y So long, Jimmy se refiere a las muertes de dos kamikazes de leyenda, Jim Morrison y Jimi Hendrix. Blunt quiere dejar atrás su imagen de intruso afortunado y encajar en un negocio musical que todavía le mira con reservas. Sus superiores tampoco le reconocen ahora: "Quiero vivir todo eso de 'sexo, drogas y rock and roll".

James Blunt, durante su actuación en el Festival de Montreux el pasado julio.
James Blunt, durante su actuación en el Festival de Montreux el pasado julio.ASSOCIATED PRESS

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