Noches a pleno sol

A principios de junio, la vicepresidenta primera del Congreso visitó San Petersburgo, de la que volvió prendada y con una idea comercial: "Siempre que salgo de España pienso que el mejor negocio sería poner una empresa de persianas. Si le enseñáramos al mundo lo cómodo que es dormir a oscuras...".

La Venecia del Norte...

Tuve la fortuna de ir durante lo que llaman las noches blancas, una época del año en la que el sol desaparece sólo una hora al día. Es como si fuera siempre de día. Dan las doce, la una y las dos de la mañana y no oscurece. Es de una belleza insólita. La gente sale a pasear durante toda la noche de lo impresionante que es.

¿Y para dormir?

No dormíamos. Tuve que pedir antifaces de los que dan en los aviones, porque eran las cuatro de la mañana y no había manera, aunque daba gusto estar despierta, cuantas más horas mejor, contemplando tanta belleza.

Una pena que esté tan lejos.

Desgraciadamente, San Petersburgo todavía es muy desconocido. Hay pocos hoteles y es caro, pero mil cosas que ver con una historia apasionante. Di un paseo precioso por el río Neva, que tiene más de 400 puentes. La ciudad está llena de cúpulas doradas, avenidas y plazas gigantes, teatros, palacios, museos, ese fabuloso y pantagruélico Ermitage, el palacio de Catalina... Volví pensando que había visto una de las ciudades más bonitas del mundo.