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Columna
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Señor ministro

El letrado donostiarra-madrileño Francisco Fernández Goberna es un abogado barroco. Su más reciente gesta deja boquiabiertos a sus allegados y también a quienes no le conocen: el jueves fue nombrado ministro de Justicia del Gobierno de Guinea Ecuatorial en el Exilio, que preside Severo Moto. El sorprendente acto tuvo lugar en un hotel de Fuenlabrada, donde el abogado daba a conocer horas después otra de sus facetas, representante artístico de un nuevo valor de la copla, la cantante cordobesa María José Córdoba, sucesora de la Pantoja. Viejo conocido de la prensa rosa, fue asesor legal del cubano Tony Hernández, ex esposo de Sara Montiel. Como ministro, enarbola este eslogan de su cosecha: "Teodoro, al inodoro". No es broma.

Su historia personal y profesional es una novela de aventuras y frenesí digna de ser llevada al cine. Hace unos días fue detenido durante varias horas junto a opositores de Teodoro Obiang que habían irrumpido en la Embajada de Guinea en Madrid. Él ni siquiera había entrado en la sede diplomática. Simplemente, "pasaba por allí". Años atrás, presentó querella contra Teodoro Obiang en la Fiscalía Antidroga por delito de terrorismo de Estado y narcotráfico. Comprometido con la causa saharaui, en 1995 se querelló contra el rey Hassan II de Marruecos en la Audiencia Nacional por "genocidio y delito continuado de desaparición de personas". Ambas querellas fueron archivadas por el juez Garzón por "inmunidad de jefes de Estado". El año pasado solicitó oficialmente al alcalde de Madrid la retirada de la estatua ecuestre de Franco de Nuevos Ministerios. Pretendía sentar en el banquillo al generalísimo por "gravísimos delitos incompatibles con la exhibición de su estatua en un país democrático".

El ministro blanco es apasionado de la hípica (fue comisario de carreras en el hipódromo de Lasarte); futbolista juvenil en el Lengokoak donostiarra; piloto privado de avión; karateca del mismo gimnasio madrileño que el pintor Antonio López. Todo esto parece un alucine. En Madrid pasan cosas muy raras, señor ministro.

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