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VISTO / OÍDO
Columna
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Ellos y el cine

Ellos no van a ver el cine español. Difunden la consigna de boca en boca, de oreja en oreja, pero a veces se exaltan y lo dicen en público. Ellos tienen sus pruebas: el cine español es rojo. El origen de la cuestión está en la sublevación del cine contra la guerra de Irak, sus manifestaciones y sus letreros en la solapa, incluso ofendiendo la presencia de ministros en sus entregas de premios. Ahora vuelven -Ellos- con lo que les parece un motivo grave: este Gobierno, socialista -o sea, lo peor de todo-, premia con el Nacional de Cinematografía a Manolo Gutiérrez Aragón: un perverso rojo, que está rodando mucho en Cuba. A mí la noticia me sorprendió, porque creía que el insigne poeta de los bosques lo tenía ya, y no era así. Claro que las ministrillas de Aznar no se lo quisieron dar nunca; pero antes de esos ocho años, el Gobierno de Felipe González no se lo dio. Quizá le consideraban comunista, como a Bardem, lo cual quería decir que no merecería el pan y la sal, por muy conmovedoras que fueran sus películas. Todo es muy raro en este país cenizo, todo es equívoco. Uno de ellos ha levantado ahora la voz. Uno nuevo, chiquito pero matón, explica las razones del premio: Manolo -le llamo así porque es amigo, y no sé si le perjudico más por decirlo- hizo uno de los cortos de la gran película ¡Hay motivo!, contra la guerra de Irak y contra su utilización por el PP en los días electorales, mintiendo y falseando: ahora el Gobierno se lo paga dándole un premio bien remunerado. Es curioso que él no hiciera nunca ningún fragmento de esa película; incluso es lamentable, pero es que no estaba en España. En Cuba estaba, claro, dicen Ellos, para enmendar el yerro. Bueno, bueno, bueno: este Gobierno no ha atendido su lista negra, sus condenas, sus divisiones de buenos y malos. Pagan los servicios de marzo; es decir, que les robaran a ellos las elecciones.

No me es fácil comprender cómo un país mantiene como directores de la oposición a estos personajes enrabietados. No son buenos ni malos: están fuera de la democracia, y prácticamente fuera de los usos y costumbres de esta civilización. Qué lenta es la democracia, que tiene que dejar pasar tantos años para que el voto de los ciudadanos les saque del todo de la vida pública. Dejando algunos en la reserva, como a los sioux de Estados Unidos, para que no se nos olvidasen.

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