Cartagena, el espectáculo

La hermosa y gorda corrida de Bohórquez tuvo un gran toro, el segundo. Con sus 601 kilos fue de gran fijeza, temple y calidad. Lo lidió Rui Fernandes, que anduvo irregular al clavar los primeros castigos. Una monta efectista muy llamativa disimuló otro tipo de carencias. A la hora de matar, una desdicha. El temple del quinto también fue notable, pero no era la mejor tarde del lusitano, que tampoco estuvo acertado.

Antonio Domecq fue lo clásico por lo clásico. Provocó mucho al distraído primero y levantó el nivel en banderillas, sobre todo cuando quebró. Más completo y con un distinguido aire elegante en el cuarto. Fue el rejoneo en estado puro.

A Cartagena no le ayudó bastante el tercero que, algo parado, le obligó a llegar mucho. Labor provocativa que alcanzó nivel en tres cortas al violín. El sexto, con sus 647 kilos a cuestas, también destacó. Un derroche de facultades de Cartagena en dos banderillas al violín y cuadrando en la misma cara que fueron el cénit de una actuación en la que primó el espectáculo.