"Descubrí el enorme caudal de amor hacia lo hispánico que había en el mundo árabe"
Pedro Martínez Montávez (Jódar, Jaén, 1933) es uno de los grandes arabistas españoles. Martínez Montávez participó recientemente en el curso Aproximación al análisis de los conflictos internacionales, de la Universidad Pablo de Olavide. Profesor emérito del Departamento de Estudios Árabes e Islámicos y Estudios Orientales de la Universidad Autónoma de Madrid, es autor de ensayos como Europa islámica, Pensando en la historia de los árabes y El reto del islam. Esta entrevista fue realizada el pasado 6 de julio.
Pregunta. ¿Cómo cree que viven los andaluces y, en general, los españoles el pasado de Al-Ándalus?
Respuesta. Entre los andaluces se produce la manifestación más representativa de algo muy representativo de lo español cuando hablamos de Al-Ándalus: el extremismo. O se es absolutamente proandalusí o se es absolutamente antiandalusí, lo que es característico de lo español referido a cualquier hecho que tenga que ver con lo árabe o con lo islámico. El andaluz proandalusí es más proandalusí que nadie y el andaluz antiandalusí es más antiandalusí que nadie. Hay una andalusifilia y una andalusifobia exageradas. Otro rasgo carácterístico del español que se mantiene en el andaluz -aunque quizás esté disminuido entre los andaluces- es el profundo desconocimiento que existe de Al-Ándalus. En el andaluz está quizás un poco mitigado porque, aunque no sea consciente de ello, tiene algún testimonio, rastro o reliquia del fenómeno andalusí en la vida cotidiana y en los aspectos más inmediatos. Uno pasea, por ejemplo, por Sevilla y se encuentra una torre como la Giralda. Y ahí está, es un testimonio. En el vocabulario popular andaluz se sigue manteniendo un porcentaje de arabismos mayor que en otras hablas populares de España. De niño, en Jódar, utilizaba términos como aljofifa, alcayata, damajuana o azotea; términos que no he oído en otras partes de España.
P. ¿Cómo ve el mundo árabe a España y Al-Ándalus?
R. He vivido durante bastante tiempo en el mundo árabe y sigo manteniendo unas relaciones muy fluidas y muy directas con él. Aparte de ser un arabista académico, soy un arabista vital. Mi experiencia me llevó a descubrir el enorme caudal de amor hacia lo hispánico que había en el mundo árabe. Y descubrí también el enorme caudal de desconocimiento de la realidad española. Porque lo fundamental de esta relación se establecía a partir del elemento Al-Ándalus. Y era un elemento más imaginario que real. Descubrí que para la inmensa mayoría de los árabes Al-Ándalus se mantenía en el imaginario y en el sentimiento. Durante los últimos años y en consonancia con la propagación de los movimientos fundamentalistas y, sobre todo fundamentalistas radicales, la nostalgia y el deseo de recuperación de Ál-Andalus se han intensificado. Estamos en una relación en crisis parcial. Lo que se necesita en estas circunstancias es establecer diálogos cada vez más directos y cada vez más profundos, aunque puedan resultar muy dolorosos. Y estamos en esa necesidad de reconstrucción del diálogo a fondo y sincero, renunciando a los convencionalismos y los tópicos y sabiendo por las dos partes que existe un pasado común y que, sobre todo, puede existir un futuro común.
P. ¿Cómo puede ser ese futuro común?
R. Tiene que ser un futuro entendido en términos más globales y más amplios. La realidad española actual es una realidad transfronteriza, intercultural y amplia. Lo mismo ocurre con la realidad árabe-islámica. Los diálogos ya no se pueden establecer sólo entre España por una parte y el mundo árabe por otra. Hay que admitir que una parte es el mundo árabe-islámico y otra parte es fundamentalmente Europa y más ampliamente Occidente. Y hay que situar propiamente el diálogo hispano-árabe dentro de ese contexto mayor, pero sabiendo que la aportación que nosotros podemos hacer es muy específica y muy particular.
P. Hay un abismo económico entre ambos mundos.
R. Cuando quieren llenarse, los abismos se llenan. Cuando hay voluntad de que aparezcan, esas cantidades económicas aparecen. Mire cuántas cantidades mueve el movimiento olímpico internacional en estos momentos. Cuando existe voluntad de encontrar volumen de gasto, los capitales se encuentran. Lo que faltan son las grandes ideas movilizadoras.
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