Por María, Juan y el X5
Pereiro, que va a ser padre, dice que iba pensando en su mujer y en la prima de 30.000 euros
Tenía que ser en Pau; como Berrendero, Bahamontes, Pedro Torres, Perico, Murgialdai y Etxebarria. Y tenía que ser Óscar Pereiro quien le diera la segunda etapa al ciclismo español en este Tour, la primera al Phonak en sus cuatro años de vida. Tenía que ser él, por pura justicia poética, porque se lo ha currado como nadie, "por los huevos que le ha echado hasta lograrlo", según su compañero de equipo José Enrique Gutiérrez, el Guti. Por María, su mujer, embarazada de un bebé que se llamará como "su difunto padre", según cita textual del gallego más feliz del mundo en la tarde de ayer. O sea, que se llamará Juan, como su suegro. Sí, por esa María que el miércoles pasado tomó la decisión de apagar la tele cada vez que Óscar, su marido, bajaba escapado un puerto, tenía que ganar: "Le gusta mucho, pero sabe que estoy loco bajando y el otro día, cuando me caí en la Madeleine, lo pasó fatal, pobrecita. Ahora ya sólo me ve subir".
¡Y cómo subió ayer Pereiro, el Cascarilla, el gallego que subió como pocos y bajó como nadie tuvo coraje de hacerlo! Buscaba la gloria de una etapa, ese cielo que rozó con lo dedos el domingo, en Pla d'Adet, ese honor de llegar primero que le robó Hincapie en los últimos 100 metros. No, ayer no, ayer, al fin, fue su día: "Me tocaba, ya me tocaba", gritó nada más bajarse de la bici. Y con razón. Le tocaba porque, por una vez, fue listo y se guardó algo para el final. ¿Y en qué pensaba? "No os voy a engañar, en la prima que me dará el equipo. Me acabo de comprar un X5". Mucho coche, mucho ciclista. Y más de 30.000 euros por ganar la etapa que se lleva para casa. "Es así, pensaba en eso y en no caerme", insistía feliz y sincero, loco de ganas de llegar al hotel y hablar con María. En ellos pensó, en María y en Juan y en su nuevo BMW X5.
Otro Juan, Juan Fernández, casi le vuelve loco desde el coche. "No me quité el pinganillo, pero estuve a punto de tirarlo, me mareaban con sus gritos". Se refería a los de Fernández, su director, y a los de Modesto, que cómo gritaba. Hoy es su mecánico, no hace tantos años fue su primer director en el Club Ciclista Spol, cuando era juvenil. Juntos vivieron la etapa en el coche. Mucho tardaron en salir del auto, de tan hinchado su orgullo como lo llevaban. "Es el triunfo del pundonor, de las ganas, de la casta", recitaba Fernández, para el que nunca fue más cierto el refrán: "El que la sigue, la consigue, está claro. Y si alguien ha puesto lo que hay que poner en este Tour para conseguir una etapa, ha sido él". "Pasa y quítate", le gritó durante la mayor parte del camino, para que no le sucediera lo que le ocurrió con Hincapie. "Desde fuera es muy fácil, pero hay que estar ahí, a doscientas pulsaciones, después de subir y bajar. Hablar es muy fácil". Ayer habló a lo grande, subido al podio tras llegar el primero.
Sí, ganó Pereiro. Por poco, que Zandio casi le levanta la camisa en la foto-finish. Pero esta vez no se le escapó, esta vez fue más zorro que ingenuo y ganó. Venció para orgullo de Galicia entera, incluido el ex presidente de la Xunta, Manuel Fraga, que le llamó personalmente para felicitarle. Pero el Cascarilla se acordó de María, de sus padres -"que tanto han sufrido para que yo esté ahora aquí"- y también, porque es un tipo legal y agradecido, de Álvaro Pino, el hombre que le fichó para el Phonak hace tres años: "Sé que estará orgulloso de mí y tan contento como lo estoy yo", dijo al recordarle. Tan contento como lo estaban todos en el Phonak.
Tan contento como Andy Rihs, el patrón suizo que hace realidad este equipo blanco y verde gracias al dinero que gana vendiendo audífonos: "Ama al ciclismo y por vez primera uno de sus corredores ha ganado en el Tour. Me enorgullezco de ser yo". Quién mejor que Pereiro, el más combativo del Tour.
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