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LA LIDIA | FERIA DE SAN FERMÍN

Un encierro tranquilo y espectacular tras el peligro de los 'jandilla'

Tras el peligroso y largo encierro de Jandilla, los astados de la ganadería de Juan Pedro Domecq tomaron las calles del corazón pamplonés para protagonizar un encierro limpio, sin heridos por asta y muy vistoso.

La manada salió de los corrales de Santo Domingo dominada por los cabestros, que este año están destacando por su lentitud. Los toros, muy agrupados, miraron con codicia a ambos lados del trazado, pero sin animarse a derrotar o parar su marcha.

Uno de los domecqs se colocó al frente de la manada en la recta final de este tramo, y se acercó peligrosamente al vallado de la derecha, donde no había la acumulación de mozos de otras mañanas. El primer animal resbaló en el Ayuntamiento pero al contrario que el jandilla del lunes pasado, se reincorporó inmediatamente y se integró en la cola de la torada. Todos pasaron la curva de Mercaderes sin problemas y de forma compacta, pero en la calle de la Estafeta la manada comenzó a abrirse, destacándose un burel de pelaje castaño y otro jabonero. En esta recta, los mozos pudieron llevar a cabo las carreras auténticas y que resultan el verdadero reclamo para los espectadores. Buscando espacios casi imposibles, colgándose casi en la testuz del animal y dejándose llevar por el trepidante ritmo de la manada.

En la recta de Estafeta, los mozos pudieron llevar a cabo las carreras auténticas

Pese a que el número de corredores ha decrecido notablemente tras el fin de semana y tras la salvaje actuación de un animal de Jandilla en el quinto encierro, en Estafeta se produjo un montón, algo no muy habitual en esta zona y más propio del estrecho callejón de entrada al coso. Primero, un corredor resbaló a los pies de otros que, a su vez, fueron tirando a unos cuantos más hasta un total de una treintena. Parte de la manada ya había superado ese lugar, pero faltaba el astado más rezagado, que también tropezó con el montón y cayó justo al lado de la acumulación de corredores. Pese al dramatismo de la situación, el noblote juampedro reemprendió la marcha haciendo caso omiso de la montonera y tratando de seguir el ritmo de sus hermanos.

En la recta de Telefónica, los animales que encabezaban el encierro también se echaron hacia el lado derecho de las protecciones, corriendo a un ritmo vertiginoso y limpiando con las astas las tablas del vallado. Un mozo fue golpeado en la zona y a otro un pitón le destrozó la camiseta, sin llegar a tocar la piel.

Entraron en la plaza con la misma querencia hacia la diestra y el grupo de tres toros y un cabestro que se habían unido a pocos metros de la plaza entraron en la arena buscando las tablas de ese lado. No derrotaron en ningún momento y tras media vuelta por el albero, fueron conducidos a los corrales. El último animal de Domecq fue recogido por los cabestros de cola y mostró también ciertas reticencias hacia los chiqueros. Otra vez los dobladores y pastores impidieron que se volviese contra los centenares de personas que entraban en el coso, algunos de ellos totalmente inconscientes del peligro que se vive en el encierro, como una pareja de orientales que sonrientes y a trote cochinero corrieron por el callejón mientras la manada y el resto de mozos y los astados les sobrepasaba.

El cohete del final del encierro sonó a los 2,53 minutos y sólo dos personas tuvieron que ser hospitalizadas por traumatismos. Un joven de 29 años y natural de Estella y otro de 25 años y vecino de Deba, que sufrió un traumatismo craneal y una contusión torácica. Los toros gaditanos de Fuente Ymbro correrán hoy en Pamplona en el penúltimo encierro de la feria.

Los toros de Domecq, en la curva de Mercaderes.
Los toros de Domecq, en la curva de Mercaderes.LUIS AZANZA
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