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Crítica:LA LIDIA | FERIA DE SAN FERMÍN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El fracaso de las figuras

Los primeros lances de Enrique Ponce marcaron la pauta de lo que iba a ser la faena de su primer toro. Las cinco pequeñas series de derechazos las fraguó a enorme distancia del toro y enseñándole el pico de la muleta. Entre toro y torero había mucha distancia. Se acordó de la mano izquierda y ejecutó, sin pena ni gloria, cuatro pases alternados con cuatro pasos atrás por cada uno que realizaba. Todo ello frío. Una exclamación salió entre los espectadores cuando promediaba la faena de Ponce a su segundo, cuarto de la tarde. Alguien dijo con gran vozarrón: "¡Crúzate!". Desde ese momento Ponce no encontró argumentos en su interior que refutara, en términos toreros, al del vozarrón. Pidió la espada y le ensartó al juanpedro un bajonazo inmundo. Uno se pregunta qué dirán hoy de Ponce aquellos que han tomado sus faenas de siempre como si fueran tablillas cuneiformes de incalculable valor. Los mitos del taurinismo son inmensos. Vale decir que Ponce se engaña, y engañándose, te engaña.

Domecq / Ponce, Abellán, Tejela

Toros de Juan Pedro Domecq, exceptuando el 2º que era noble, el resto carne vulgar; de bella morfología el 6º. Enrique Ponce: pinchazo y media estocada -aviso- (silencio); estocada caída (silencio). Miguel Abellán: estocada (oreja); media estocada y descabello (vuelta). Matías Tejela: pinchazo y estocada caída (silencio); dos pinchazos, pinchazo hondo y descabello (silencio). Plaza de Pamplona. 8ª de abono. Lleno.

Miguel Abellán vive cautivo de sus rodillas. Esto es verdad, pero no es menos verdad que ayer, pese a sus inicios y que el final de faena lo ejecutara de rodillas, incluso ya había empezado con una larga cambiada a su primero, no obstante, su labor trazada sobre derechazos y naturales tuvo la virtud de la ligazón. Mientras los pases atrás y los saltos que exhibió Ponce en el primero de la tarde, aquellos pases de Abellán sonaron a gloria. Su voluntad despaciosa y la quietud imprimida a sus muletazos tenían calidad y belleza. Se tiró a matar como un poseso. Le concedieron una oreja merecida.

Cinco sentidos

En su segundo puso los cinco sentidos en su faena. Pero no consiguió elaborar un pase en condiciones. Le sobró buena voluntad, pero no logró dominar al toro. A falta de dominio, dejó la señal de los buenos deseos y aceptable voluntad. André Gide decía que los buenos sentimientos no hacen buenos poemas. Espero que con el símil literario logre hacerme entender. A pesar de todo, es elogiable su actitud a la hora de irse tras la espada. Estuvo en torero bravo. Y en esos tiempos de vale todo con los aceros, eso es digno de resaltar.

Los primeros muletazos de Matías Tejela a su primer toro parecía que el dueño de ellos era Enrique Ponce. Así de semejante al toreo de Ponce realizó Matías Tejela la faena a su primero, tercero de la tarde. Es decir, sin ligar, sin cruzarse, sin dar el pecho, sin nada de nada. En el fondo, sus pases sonaban a nada, tal una flauta sin agujeros. Sólo hacia el final sus manos se llenaron de un poquito de temple y afinamiento. Lo peor de todo fue la poca intención de torero de irse tras la espada. Fue un gesto impropio de alguien que quiere ser figura del toreo. En su segundo, sexto de la tarde, contabilizamos medios pases, medias voluntades, medio de lo poco que hay dentro de lo poco. O sea, nada. Se demostró que el verdadero valor de este torero está a dos kilómetros más abajo. Los toros de Juan Pedro Domecq, los llamados toros artistas, sirvieron muy poco. No esgrimieron malas intenciones. Tal vez los han enseñado a través de los cruces a que sirvan a las figuras con pleitesía para que puedan triunfar. Y si ayer no triunfaron los tres espadas -excepción hecha de la faena al segundo de la tarde, meritoria como ya está dicho-, fue porque la disposición de los toreros artistas no tenía su día.

Miguel Abellán, en su primer toro, al que corto una oreja.
Miguel Abellán, en su primer toro, al que corto una oreja.LUIS AZANZA
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