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Crónica:TOUR 2005 | Quinta etapa
Crónica
Texto informativo con interpretación

El triste bolero de Matxin

El Saunier, protagonista por desgracias: Zaballa abandonó y Gómez Marchante chocó con una moto

El Saunier Duval lloró. Triste sonó el bolero de Matxin. Llegó el equipo más pobre del pelotón a Montargis, ciudad célebre por sus garrapiñadas, sin Zaballa, que echó pie a tierra en el kilómetro 47. Su compañero de equipo Gómez Marchante se comió la moto de una fotógrafa, parada, cuando salía de una curva en bajada a 60 kilómetros por hora. No la vio, se la encontró en el camino. Tremendo el choque, espectacular el vuelo, la bicicleta por los aires, dolorosa la caída, sobre el lado derecho. Los Saunier se habían dejado ver por valientes; ayer fueron protagonistas por su desgracia.

Llegaron al Tour hambrientos, con Juanma Gárate sorprendentemente vestido con los galones de campeón de España, arrogante por novato, que anunciaba su presencia dispuesto a pelear por premios grandes: "Si no está Virenque, alguien tiene que ganar la montaña. A por eso y a por una etapa vengo", avisó el de Irún. Era el sentir generalizado en el equipo, que superó con cierta dignidad la contrarreloj individual de la primera etapa. Nada más empezar la segunda, primera en línea, Josean Matxin, el director, movió ficha, y para alegría de los patrocinadores David Cañada se metió en la primera escapada del Tour. Atacó demasiado pronto el puerto de montaña y Thomas Voeckler le levantó el maillot en las calles donde pedaleó de niño el francés del Bouygues Telecom. "No teníamos ni idea de ese detalle", reconoció Matxin al día siguiente. "No pasa nada", añadió el jefe a regañadientes. Seguro de que el día antes de una contrarreloj por equipos siempre hay lío, mandó a Bertogliati estar al loro en la tercera etapa. Y el suizo, atento, compartió 150 kilómetros de fuga con dos compañeros de viaje. Más presencia, más televisión para el Saunier. Muchas ganas, por intentarlo que no quede. Tiene subrayado un axioma Matxin en su manual: "¿Quién dijo miedo?".

"Estas cosas pasan, y nuestro plan es el mismo", dice el director del equipo español
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Tan valientes como conscientes de que deben llegar para ellos mejores perfiles de etapa. Guardadito Piepoli pensando en cimas, hasta se le disculpó de relevar en la contrarreloj por equipos. Maldita crono. Camino de Blois, Matxin dio la orden. "A buen ritmo, pero tranquilitos. Con no llegar últimos...", dijo a los corredores. La tonadilla sonaba alegre. Hasta que se le despistó un solista y la banda empezó a desafinar: Fritsch, el único galo del equipo español, debía de estar pensando en la etapa de Montpellier, que es la suya sencillamente porque aunque nació en París vive en Aix en Provence. Distraído, o por culpa de su extraña forma de tomar las curvas, Fritsch se salió. De regreso a la fila contó mal: se incorporó pensando que iría último pero quedaba un compañero. Chocó con Zaballa. Lo mandó al suelo. Mala maniobra. Aún y así, penúltimos, salvaron el honor: AG2R lo hizo aún peor.

Ayer por la mañana, antes del control de firmas, Zaballa se acercó a su director: "Me duele la rodilla", le avisó. A los 20 kilómetros se descolgó hasta el coche. "Oye, que me duele más, que no me puedo poner de pie para pedalear". Y en el pelotón no hay tregua. Descolgado, perdió un minuto, dos, el dolor aumentaba: se acabó el Tour para el cántabro. Poco después, a Gómez Marchante, la gran promesa, se le enredó un papel en los radios de la rueda trasera. Tampoco le caía la cadena al piñón del 11 y se acercó al coche del mecánico David Fernández. "Solucionado el problema, empezó a llover", contó Fernández. "Le di un chubasquero y volvió al grupo. Segundos después le volví a ver; volaba por encima del pelotón". Se había comido una moto. De no ser por Quinziato y Bertogliati -que le llevaron a rueda más de cuarenta kilómetros- no llega a meta.

"La chica ha venido a disculparse", explicaba Matxin, apoyado en su coche de director cuando terminada la etapa, en el balance, afloraba su eterno optimismo. "No pasa nada, estas cosas pasan y nuestro plan es el mismo". Al mal tiempo, buena cara le puso el de Basauri. Pero dentro del autobús, mientras le atendía el médico, Marchante lloraba de susto, mala suerte y dolor. Ayer cenó tarde y antes se pasó por el hospital para evaluar el estado de su rodilla.

Cuatro días bastaron al Saunier para darle la razón a Iñigo Cuesta, que por enfermedad se bajó del Tour antes de empezar: "Él me lo había avisado. Esto es diferente", reconocía ayer Gárate, que nunca antes vio tanta intensidad en una carrera, tanta exigencia del primer al último kilómetro. Tanta que el bolero de Matxin, ese estribillo que contagiaba por su apasionada ilusión, ayer sonó como la canción más triste del pelotón.

Gómez Marchante yace en el suelo tras su caída después de chocar con una moto parada.
Gómez Marchante yace en el suelo tras su caída después de chocar con una moto parada.EFE

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