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Crítica:TEATRO | 'Los hermanos Karamazov'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Bello, intenso, monumental

Los grandes personajes y las grandes cuestiones humanas de la última gran novela de Dostoievski, Los hermanos Karamazov (1880), hallan en el montaje del director polaco Krystian Lupa una extraordinaria equivalencia escénica. A lo largo de las ocho horas de duración de la producción que el Teatro Stary de Polonia presenta estos días en el Teatre Lliure se suceden las escenas más significativas de la magna obra del novelista ruso y en ellas el espectador familiarizado con el millar de páginas que la componen encuentra a sus principales personajes en carne, huesos y espíritu. La detectivesca trama central sobre el parricidio en la que descubrimos que todos los hijos del finado mantienen un cierto grado de complicidad con el crimen y, en un nivel más profundo, el drama sobre las limitaciones morales y la duda entre la fe, la razón y el libre albedrío están ahí, sobre el escenario, debatiéndose entre sus límites, a pesar de los tijeretazos a los que el texto se ha visto forzosamente sometido.

Los hermanos Karamazov

De Dostoievski. Adaptación y puesta en escena: Krystian Lupa. Festival Grec. Teatre Lliure. Barcelona, 30 de junio.

Los triángulos amorosos y las pasiones, la violencia y la desesperación, los arrebatos y las culpas, las dudas, las contradicciones internas, en definitiva, de cada personaje aparecen tenuemente iluminadas y sobrecogedoramente resaltadas por impactantes irrupciones musicales. La magnífica escenografía naturalista que firma el propio Lupa, basada en la superposición de finos paneles de gasa con los que juega la luz, crea un par de espacios contiguos con los que Lupa ahonda en el alma de sus personajes.

Lupa va directo al meollo, tanto de la trama externa como de la interna, al empezar el montaje con la inoportuna reunión del Libro Segundo, en la que el ermitaño Zósima actúa de mediador en relación a la herencia del hijo mayor, Mitia; intercalar en ella otra reunión, la que se da entre Grúshenka y Katerina Ivánovna, planteando así los principales motivos del crimen, amor y dinero; seguir con una tercera reunión, la que se da en casa de Fiódor Pávlovich, el padre, en la que éste, sus hijos y el criado Smerdiákov opinan sobre las Sagradas Escrituras, cuestionando así la existencia de Dios y culminando este primer acto con la amenaza por parte de Mitia de matar al padre.

A partir de ahí, y a pesar de la supresión de algunas historias colaterales, o de algunos personajes, como el fiel servidor de la casa Grigori, el montaje ofrece al lector de Dostoievski en cinco actos más el material del que muy posiblemente esté hecha su idea de la obra.

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