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Reportaje:

Chillida Belzunce, en casa

El museo San Telmo de San Sebastián recorre la trayectoria del artista a través de más de un centenar de obras

"A mí pintar me viene de siempre, con una fuerza... En el colegio estaba todo el día dibujando. Los profesores se enfadaban conmigo y me echaban de clase. Yo les decía, es que voy a ser artista", recuerda Eduardo Chillida Belzunce (San Sebastián, 1964). Y lo hace rodeado de más de un centenar de cuadros, esculturas, piedras pintadas, dibujos, cerámicas y obras gráficas que desde hoy se exponen en el museo donostiarra de San Telmo. Un centenar de piezas que se podrán admirar hasta el próximo 4 de septiembre y que resumen la trayectoria de un hombre que no falló en sus predicciones infantiles.

La antológica se titula Etxean-En casa, porque Chillida Belzunce muestra su trabajo en su ciudad. De hecho, es la primera vez que se puede contemplar tanta obra suya junta en San Sebastián. Pero también porque el artista "casi siempre pinta desde dentro de casa, de dentro a fuera", explica su esposa y comisaria de la exposición, Susana Álvarez.

La muestra arranca en 1969, cuando el hijo menor del escultor Eduardo Chillida, con sólo cinco años, hace su primera escultura. "Su padre le tiró desde una ventana un pedazo de barro para que hiciera algo en el jardín", rememora Álvarez. Y él hizo "una escultura chiquitita", Mujer sentada", que acoge San Telmo. A partir de ahí, la exposición va avanzando hasta llegar a 2004. La casualidad ha hecho coincidir esta muestra con otra en la cercana Galería Ekain (Iñigo, 4), donde el artista exhibe desde mañana pinturas del pasado año y de éste.

Viendo las 106 obras expuestas en el museo donostiarra, el visitante "se puede hacer una idea bastante buena de la trayectoria artística de Chillida Belzunce", subraya la comisaria. Al recorrer el medio centenar de pinturas colgadas en la sala, observará que el artista ha ido variando "la paleta de colores y el trazo", apunta Álvarez. "Al principio los tonos son mucho más azules. Luego va metiendo rojos, distintos colores. Ahora opta más por el gris, el blanco y el negro, aunque siempre deja transparencias y se ve el color, pero no de una manera tan evidente", detalla.

Chillida Belzunce, eso sí, ha tenido desde el principio "una visión muy espacial de la pintura o, como decía su padre, una visión escultórica de la pintura", añade la comisaria. Y apostilla que el artista, quien firma el mural que luce en la fachada de la vivienda contigua al museo, "tiene un lenguaje artístico propio, un modo de pintar completamente suyo".

El grave accidente de moto que sufrió en 1985 obligó a Chillida Belzunce a aprender a pintar con la mano izquierda. Y decidió "aparcar" la escultura. Antes, sin embargo, en 1986, moldeó una última figura: Mujer descansando, también expuesta ahora, que se sumó a la treintena de piezas que había creado antes. Su esposa confía en que, en su afán de superación, pronto retomará la escultura.

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