15 años y una semana
El voto emigrante retrasa al menos ocho días la incógnita del futuro de Manuel Fraga, al frente de la Xunta desde 1990
Las elecciones del pasado domingo han sido las más disputadas en la historia reciente de Galicia, y en las que más se jugaban todos los contendientes. Incluso en las filas socialistas, que desde la llegada de Manuel Fraga a la Xunta presentaron cuatro candidatos distintos y pasaron de ser segunda a tercera fuerza en un Parlamento de tres (PP, BNG y PSdeG), se decía abiertamente que ésta era la primera vez en que había posibilidades reales de cambio. Los resultados les dieron la razón. Un 45% de los electores apostaron por la continuidad de Fraga y del PP (37 escaños), frente a un 52% que apoyaron la alternativa socialista (25) y nacionalista (13), fuerzas que también por primera vez reconocían su disposición a pactar. Sin embargo, después de 15 años tendrán que esperar, como pronto, hasta mañana o el martes, cuando se haga el recuento del voto emigrante, para celebrar la victoria. O no.
Fraga ha encargado dos borradores de discurso, uno para cada posibilidad
Touriño: "Galicia quiere un cambio, pero parece que eso depende de los gallegos del exterior"
La sensación más extraña es que no llegan faxes, o muy pocos. Si la actividad de una Administración -o al menos su afán en demostrarla- se refleja en la producción de notas y comunicados, la Xunta de Manuel Fraga ha funcionado esta semana a medio gas. La veintena larga de e-mails diarios del mes pasado se ha reducido a la mitad. "Es cierto que hay menos actividad. En verano suele bajar. Y tampoco es el momento de vender grandes proyectos, aunque todo depende del estilo de cada consejero. En algunos departamentos se pelea hasta el final y en otros reina la sensación de que esto se acaba", comentan fuentes de la Xunta.
Los funcionarios coinciden en que los ánimos en la Administración, además de bajos, van por barrios. "Nadie firma nada. En consejerías como Sanidad, Medio Ambiente o Agricultura ya están recogiendo los papeles, en la de Política Territorial siguen contra viento y marea", asegura el presidente del comité de personal, Xan Carlos Ansia. "Ahora me cruzo en la cafetería de San Caetano
[el edificio administrativo de la Xunta] con cargos que no había visto en años, a los que los camareros llevaban las consumiciones al despacho. En general, están más amables".
Lo que también es general en todos los departamentos es la petición de reconocimiento de grado, es decir, aquellos funcionarios que ejercieron durante años cargos de libre designación piden que se les reconozca el nivel retributivo que disfrutaron para conservarlo en su nuevo destino.
Desde el domingo, Fraga ha mantenido su horario habitual, "que es lo que hace que aguante tanto", según gentes de su entorno. Y está más amable. "El lunes estaba genial, con el orgullo de haber mantenido el tipo después de una legislatura espantosa, pero el martes se vino un poco abajo. Mantiene las esperanzas, no muchas, y dispuesto a asimilar lo que venga", aseguran. De hecho, si la jornada del 14 de marzo de 2004 José Luis Rodríguez Zapatero mandó preparar un único discurso, el de la victoria, ahora Fraga ha encargado dos borradores, uno para cada posibilidad, con el aviso de que aguantará otros cuatro años (hasta cumplir los 86) en lo que toque: presidente del Gobierno autónomo o líder de la oposición. "Todos somos conscientes, y él más, de que es el único que mantiene la unidad del PP gallego. Pero si perdiera y optara por quedarse en Galicia, ni siquiera tendría una casa, porque la de Perbes es un chalé de verano. Tendría que irse a Madrid con sus hijas, pero no va a querer", dice un ex miembro de su Gobierno.
Las sensaciones son muy distintas en la oposición, aunque en el fuero interno de sus dirigentes siga anidando un rescoldo de desconfianza ante lo que pueda pasar. El probable sucesor de Fraga -si los votos de los ausentes no enmiendan la decisión de los presentes-, el socialista Emilio Pérez Touriño, disfrutó hasta el martes pasado de la familia (le visitaron su hijo y su nieto de Madrid), leyó La república de los sueños, de Nélida Piñón, y pasó alguna tarde en su aldea de Angueira (Padrón). El viernes desconectó el móvil y se fue de viaje con rumbo desconocido.
En todo ese tiempo, revisó papeles (organigramas de la Xunta, informes sobre distintos temas) y, sobre todo, intentó mantener la serenidad ante la que considera "la extraña sensación, la nube que se quiere generar de que aquí no ha pasado nada, cuando los resultados son inequívocos. Galicia ya ha dicho que quería un cambio plural, pero parece que eso es como si no hubiese existido, como si la decisión la fuesen a tomar en exclusiva los gallegos del exterior", confiesa Touriño, que reconoce que le ha llamado "media humanidad", pero nadie para postularse para un cargo. "Faltan tres semanas para que se constituya el Parlamento, y el Gobierno se formará a primeros de agosto. Queda mucho tiempo para debatir programas y pensar en nombres".
Su futuro socio, el portavoz nacional del BNG, Anxo Quintana, reconoce que "la verdad pura y dura" es que el domingo sufrió una decepción. "Esperábamos más, pero se compensó con la satisfacción de que el PP perdía la mayoría", confiesa. Desde entonces, el recién estrenado líder nacionalista ha dado ruedas de prensa, mantenido una reunión de la ejecutiva de la organización, una comparecencia y una votación en el Senado ("fui a votar a favor de la ley de matrimonios homosexuales, tal y como dije en campaña"), y anteayer mantuvo tres o cuatro reuniones. En total, 2.000 kilómetros, "la semana más relajada después de un año frenético".
"Mucha gente me para por la calle, pero para felicitarme, no como otras veces". El choque fue en Madrid. "Noté muchas miradas por la calle, y pensé que había sido la campaña, hasta que vi en un periódico gratuito mi foto a todo trapo con el titular 'El nuevo Carod Rovira' y entendí las miradas. Bien, si eso hace que se hable de Galicia por otra cosa que no sean ciertos fenómenos esotéricos...", ironiza Quintana.
Hay otros sectores que también contienen el aliento desde el domingo. En concreto, aquellos a los que el presidente gallego en funciones ha echado parte de culpa del resultado (además de a José Blanco, el secretario de organización del PSOE): Burla Negra y Nunca Máis. "Esto parece Pesadilla en San Caetano", bromea el actor Miguel de Lira, uno de los animadores del colectivo Burla Negra, que confiesa que el domingo tuvo la reacción de los clowns, reír y llorar al mismo tiempo. "Desde fuera pueden parecer unas elecciones muy gallegas, en las que no se sabe el resultado, pero desde aquí
[Carnota, al sur de la Costa da Morte] lo que no se entiende, gente del PP incluida, es cómo vota gente que no ha pisado estas tierras y no lo pueden hacer los que se han ido a trabajar a Canarias".
Mabel Rivera, la actriz revelación de Mar adentro, portavoz del filme colectivo Hai que botalos, reconoce que sigue "en ascuas, entre la esperanza y el desasosiego", al tiempo que afirma que "gane quien gane, ya no hay vuelta atrás en ganar espacios de libertad de crítica". De hecho, está montando un documental sobre las prácticas de obtención del voto emigrante. Y hoy está convocada en Santiago una cadena humana que unirá las estatuas de Castelao y Pablo Iglesias. Se llama "Gañamos nós" (Ganamos nosotros).
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